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ayudado del intérprete, y otro hice magistral. Y es tanto lo que de oírme se alegran que me abrazan y dicen que soy padre tunucuna, que ésta es su nación y lengua. Poco entiendo de ella, pero con todo alcanzo más que los demás. Lo que más me consuela [es] que leyéndoles el catecismo me entienden y se la pronuncio claro. Es lengua sin arte y así es bárbara y dificultosa. Con todo confío en el Señor. Tengo de saberla presto y sabiéndola (f. 93r) me servirá para otras dos provincias que la tienen, aunque tienen lengua distinta, porque ésta fue algún tiempo como cabeza de otras, y en ésta estu- vo la primera fundación que los españoles tuvieron en estas partes y hoy día el título del obispo de Panamá es obispo del Darién (este señor obispo volvió mucho en Panamá por nuestra causa, y nos mostró mucho cariño y se holgó viniésemos a estas partes). Y así, padre mío, son grandes nuestras esperanzas y vuestra caridad se sirva de enviarme más religiosos que para todos habrá quehacer, y cuando vengan tomen el viaje desde Cartagena que está sesenta leguas de aquí, que desde allí por mar se pueden venir porque algunas veces hay barco a Urabá, donde están los padres andaluces; que ir a Panamá tiene ahorro de más de ciento y ochen- ta leguas, y las que no son de mar son malísimas. Estas cartas se escriben tan anticipadamente, porque estamos en parte donde de aquí [en a]delante no habrá correspondencia alguna, porque los mares son terribles en tiempo de brizas, que entran en noviembre y así no pueden andar barcos, porque aunque pueden venir de Cartagena no pueden volver, y aunque a Portobelo se podía ir en barco, aquí no hay ninguno, ni los indios saben hacerlos, ni tienen con qué, y en canoas no [se] puede ir por la mucha mar; y por tierra es imposible el paso, así por la fragosidad de los montes como por los ríos. Con todo, me parece que haré dili- gencia para dar cuenta de lo que sucediere de aquí a que vengan los galeones. Estos bárbaros después que se fue don Julián, que a mes y medio, me han sustentado y al P. Fr. Basilio con lo que tienen de buena gana, sin darles cosa alguna, lo uno porque no lo tengo y lo otro, que aunque lo tuviera, no se lo diera por ahora, porque son brutos y en lo que les imponen se quedan como la esperanza lo muestran, y como estaban acostumbrados con los dominicos a tra- tar, comprar y vender no saben qué cosa es dar nada de balde. Y 1030 MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ

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