NG200403023

EL ROSTRO DE LA MINORIDAD HOY Abordar el tema de la minoridad no debe limitarse a una diser- tación bíblico-teológica, sin incidencia en el compromiso histórico. Por eso esta última puntualización. Identificar el rostro de la minoridad no es difícil, pues su pre- sencia resulta clamorosa en una sociedad «globalizada», pero con enormes bolsas de excluidos y penalizados por el sistema. Más difí- cil resulta la opción por ser «menor» con los «menores» y por integrar ese valor como contrapunto crítico y corrector de una orientación y compresión de la realidad excesiva, si no exclusivamente, consu- mista y mercantil. Hoy los «menores» están recuperando protagonismo. El poder, en sus diversas concreciones, lo sabe e intenta arbitrar medidas para controlar o reprimir esa fuerza emergente, que amenaza con des- bordarle. La inmigración hacia el «Norte» o primer mundo, la oposi- ción al expolio de las materias primas en los países empobrecidos, la reivindicación por la paridad y el respeto a las culturas, los movi- mientos anti-globalización..., son otras tantas expresiones de los gri- tos que, surgidos desde la periferia, reivindican un lugar digno en la sociedad 15 . Y no se trata tanto de hacer concesiones estratégicas —ésas las hace el poder— cuanto de tomar opciones evangélicas -¿es la Iglesia de hoy la Iglesia del «Dios menor»?-. No es un interrogante demagó- gico. Es verdad que hoy, mayoritariamente, la Iglesia está «por» (a favor de) los «menores»; en menor proporción está «con» (convive con) los «menores», pero ¿en qué proporción «es» «menor»? Pues la cuestión fundamental no es identificar y cuantificar el papel de la Iglesia en favor de los «menores», sino verificar el protagonismo de LA MINORIDAD, UNA OPCIÓN DE DIOS 909 mado en virtudes (cf. Sant 2,5). Sea esta vuestra porción, la que conduce a la tierra de los vivientes. Adheridos enteramente a ella, hermanos amadísimos, por el nom- bre de nuestro Señor Jesucristo, jamás queráis tener ninguna otra cosa bajo el cielo» (2R, 6,4-6). 15 Es verdad que estos movimientos corren el riesgo de la manipulación, sin embargo permiten que aflore, a veces con estridencias y reduccionismos, una rea- lidad manifiestamente injusta y durante mucho tiempo sofocada y silenciada.

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