NG200403023
7) L A MINORIDAD DE J ESÚS , ANUNCIO Y DENUNCIA En la vida de Jesús las bienaventuranzas son anuncio de la lle- gada del Reino, uno de cuyos signos identificadores es la evangeliza- ción de los pobres, de los menores de este mundo (Lc 4,18). Éstos no son sólo destinatarios, sino protagonistas de la misma, en cuanto que en ellos brilla la buena nueva de Dios. Los pobres, los menores, son palabra de Dios. Un «lugar teológico», un espacio teofánico, paradóji- co y misterioso, como paradójico y misterioso es el lenguaje escogido por Dios en Jesús, de ahí que para entenderlo se requiera « una sabi- duría de Dios, misteriosa y escondida» (1Cor 2,7), « ya que el hombre naturalmente no capta las cosas del Espíritu « (1Cor 2,14); una sabi- duría que es «revelación» de Dios a los pequeños (Mt 11,25ss). Pues, de hecho « ¿cuándo te vimos hambriento...? » (Mt 25,37); sólo cuando Dios «hizo brillar su luz en nuestros corazones para irradiar el cono- cimiento de la gloria de Dios que está en la faz de Cristo» (2Cor 4,6). Pero también son denuncia (Lc 6,24-26). El hambre, las lágri- mas, la desnudez..., no son sólo signos de la presencia de Dios, sino de su ausencia, de la falta de justicia, de solidaridad, de misericor- dia..., por lo que se exige actitudes críticas, para no convertirse en colaboradores de quienes dificultan o impiden su llegada liberado- ra. La minoridad debe ser, en este sentido, beligerante. 8) L A MINORIDAD , ESTRATEGIA EVANGELIZADORA Las formas no lo son todo, pero son importantes. Jesús, a la hora de diseñar métodos y estilos para evangelizar, eligió el «tono menor». Fue su estilo personal y el de sus enviados (Mc 6,7-11 y par). En las primeras intervenciones de los discípulos, después de la resurrección, se percibe ya este matiz: el equipaje del misionero es su mensaje, Jesucristo. « No tengo oro ni plata; pero lo que tengo te doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, ponte a caminar » (Hch 3,6) dice Pedro al tullido que pedía limosna a las puertas del Templo. Y desprovisto de todo, guiado sólo por el Espíritu, se acercó Felipe al carro del etíope (Hch 8,26-39) para anunciarle a Jesucristo. LA MINORIDAD, UNA OPCIÓN DE DIOS 907
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