NG200403023

UN CONCEPTO DIFÍCIL Paradójicamente, sólo desde la adultez es posible abordar el tema de la minoridad, evitando derivaciones y desviaciones hacia la manipulación y tergiversación del mismo. A veces, desde la apelación a la minoridad se están haciendo reclamos a la «sumisión» acrítica de las personas y las instituciones. La minoridad no altera, no niega ni ignora la realidad: la reco- noce y valora. Es profundamente crítica y autocrítica. No es encogi- miento del espíritu, sino gratitud; no es autohumillación, sino proclamación del bien recibido. Su sede no es la exterioridad, sino el corazón (cf. Mt 11,29). Y desde un corazón así —manso y humil- de, menor—, se puede proclamar sin rubor, y a los cuatro vientos, la obra que Dios hace en cada uno (cf Lc 1,46ss) y denunciar las resistencias a sus proyectos. Antes que comportamiento, la minori- dad es autoconciencia frente a la realidad. Menor es quien se perci- be y se vive como don y se realiza en la gratuidad. En realidad, implica una cosmovisión nueva, en la que los hombres, la naturale- za y los valores son percibidos desde la gratuidad, el servicio..., desde abajo y con los de abajo. La minoridad es otro nombre de la primera bienaventuranza proclamada por Jesús —la de los pobres de espíritu— (Mt 5,3), y a ella le caen muy bien los rasgos con que Pablo describe a la cari- dad: «Paciente, servicial, no envidiosa ni jactanciosa...; se alegra con la verdad. Todo lo excusa, todo lo soporta» (1Cor 13,4-7). Ser menor no es no ser , sino ser , con entidad específica. Una entidad que me propongo iluminar desde algunos textos tomados de la Sagrada Escritura, reconociendo de antemano que no pretenden ser exhaus- tivos, ni menos exclusivos, sólo indicativos. UN CONCEPTO FUNDAMENTAL La minoridad, contra lo que pudiera parecer, no es un concep- to menor; es el marco y el tono «estructural» que Dios asumió para revelarse en la historia. Fue su opción. De ahí que sea desde la con- templación de Dios desde donde deba partir cualquier considera- ción «religiosa» sobre la minoridad. 884 DOMINGO MONTERO