NG200403023

mente subversivo de las bienaventuranzas, en el Dios que revelan: un Dios con opción preferencial por lo perdido, por lo marginado. A ese Dios la religión judía lo juzgó imposible, heterodoxo, y mató a su heraldo. Pero pronto tuvo lugar una reinterpretación antropológica o antropocéntrica: el acento se desplazó hacia los hombres y hacia las actitudes a adoptar para participar de los beneficios del Reino. Anterior incluso a la redacción de los evangelios, esta exégesis «cate- quética» ofrecía posibilidades para explicitaciones divergentes, como las que tenemos en Mt y Lc. Resulta superfluo decir que éstas no contradicen sino que com- plementan el sentido primitivo —pues son explicitaciones inspira- das— de las bienaventuranzas pronunciadas por Jesús. Pero es importante no olvidar nunca la perspectiva teocéntrica, para percibir toda la profundidad y universalidad que encierran. Leerlas sólo como exigencias morales recortaría enormemente su alcance y, sobre todo, deformaría el rostro y el corazón de Dios que en ellas quiso revelarnos Jesús: Dios no es sólo remunerador, sino salvador. ¿Cuál es el texto que recogería con mayor fidelidad el tono ori- ginal de las bienaventuranzas pronunciadas por Jesús ¿ Parece que Lucas es el más cercano, sin que esto pueda utilizarse como argu- mento para menoscabar la fidelidad del texto mateano, pues ningu- no de los dos reproducen sin más, sino que interpretan y adaptan el mensaje de Jesús a sus respectivas situaciones eclesiales, procedi- miento que « sin duda es más respetuoso de la intención de Jesús que no la repetición supersticiosa de sus palabras literales» (Dupont). Aún cuando Lucas hable de pobres y hambrientos sin ulteriores precisiones —lo que le aproxima más al tono material de las expresiones jesuanas—, los conceptos tienen contenidos dife- rentes. Las bienaventuranzas de Jesús proclaman dichosos a los pobres, hambrientos, marginados e indefensos..., porque Dios ha decidido inaugurar su Reino y anunciar la defensa de su causa. ¡Dios quiere a los pobres, pero no quiere pobres! Las bienaventuranzas de Lucas proclaman dichosos a los cris- tianos que son pobres..., por su fidelidad a Jesús, pues « el discípulo no es más que su maestro « (Lc 6,40). 896 DOMINGO MONTERO

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