NG200403023
«Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los que sufren, porque serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed, porque será saciados. Bienaventurados cuando los hombres os odien, os ultrajen y proscriban vuestro nombre como malo por causa del Hijo del hombre. Alegraos y saltad de gozo: vuestra recompensa será grande en el cielo. Así persiguieron a los profetas anteriores a vosotros» El P. Dupont, autoridad relevante en el estudio de las bien- aventuranzas, distingue claramente la cuarta de las otras tres (pobres, afligidos y hambrientos). Sostiene que la catequesis cristia- na ha dejado su impronta en la formulación de la última bienaven- turanza 13 . En ella se establece explícitamente que los sufrimientos tienen como motivo la adhesión a Cristo; no se insiste ya en la pro- clamación del Reino de Dios en favor de los pobres, afligidos e indi- gentes, sino en la recompensa a los que soporten la persecución por Cristo; de implícito, el sentido cristológico se vuelve explícito. Por lo que a las tres primeras se refiere, son la expresión del tono original de la Buena Nueva. Muchos textos del AT presentaban a los pobres, afligidos e indigentes como los beneficiarios privile- giados de la definitiva intervención de Dios en el futuro (Sal 82,2-4; 72,1-2; 145,14; 146,7-9; Is 11,2-5; 61,1-2; 29,18-19; 35,5ss; cf. Lc 1,46- 55). Con estos pronunciamientos Jesús anuncia la proximidad, la inmediatez de ese momento. El acento de las bienaventuranzas en sus labios habría sido radi- calmente teológico o teocéntrico. Esa situación de salvación, de dicha, no estaría presupuestada por requisitos, actitudes o méritos de los destinatarios. Es, ante todo, una gracia, una manifestación incondicionada del amor de Dios. Aquí reside el sentido radical- LA MINORIDAD, UNA OPCIÓN DE DIOS 895 13 Cf. J. D UPONT , Les Beatitudes (París 2 1969).
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