NG200403020

cuasimecánicas, también en las unidades sociales superiores existen «centros personales» (GW 10,266) ocupados precisamente por «modelos». El influjo que estos hombres ejemplares ejercen sobre la sociedad explica que en ella, como en cualquier otra realidad per- sonal, predomine una «dirección fundamental del amor y del odio» (GW 10,264): un ordo amoris y, fundado sobre él, un ethos . Los modelos son por tanto los agentes responsables del perfil espiritual último de las sociedades humanas, vale decir: de su crecimiento o declive moral. De suerte que la tesis scheleriana de que la verda- dera historia es historia del ethos puede reformularse en la tesis de que la verdadera historia de la humanidad es la historia de sus per- sonas ejemplares o modelos. 4 Si el modelo es capaz de configurar el ethos de la sociedad de que forma parte, si es capaz de «hacer historia», es gracias a que pre- viamente su propio amor se ha dilatado hasta abrazar zonas del mundo del valor hasta entonces inaccesibles. El modelo inaugura, por decirlo así, nuevos horizontes para el corazón humano. Los nuevos valores incorporados al ethos de la sociedad no anulan la tabla de valores hasta entonces vigente, sino que se incorporan orgánicamente a ella. Dada la limitación del corazón humano, la contribución del hombre ejemplar se realizará en una sola de las dimensiones fun- damentales del mundo del valor, nunca en varias (GW 2,575). Teniendo a la vista esas dimensiones, no es difícil establecer una clasificación apriórica de lo que Scheler denomina «tipos de perso- na de valor», que no son sino los géneros supremos bajo los que cae cualquier modelo. Los tipos de persona de valor distinguidos por Scheler son: el santo, el genio, el héroe, el espíritu líder de la civilización y el artista del placer. Los valores a los que se refiere la contribución de estas personalidades extraordinarias son, respecti- vamente, los valores de lo santo, los espirituales, los vitales, los de lo útil y los de lo agradable. Y puesto que estos valores poseen SAN FRANCISCO DE ASÍS VISTO POR MAX SCHELER 821 4 «Si el alma de toda historia no es el acontecer real, sino la historia de los ideales, sistemas de valores, normas y formas de ethos por los que los hombres se miden a sí mismos y miden su actuar práctico [...], la historia de los modelos , de su origen y su transformación, es a su vez el verdadero núcleo de este alma de la his- toria » (GW 10,268).

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