NG200403020

que va descubriendo nuevos paisajes de valor para la humanidad. El conocimiento intuitivo, inmediato de las nuevas cualidades de valor que pueblan esos paisajes corresponde a otras vivencias, de carácter emocional asimismo, a las que Scheler denomina «senti- mientos de valor»; mientras que a la altura o posición jerárquica de esos valores se accede mediante «actos de preferir y postergar», que también son emocionales. Si al conjunto de valores jerárquicamente ordenados accesible a los sentimientos de valor y a los actos de preferir y postergar de un individuo o sociedad lo denominamos « ethos », entonces no sólo se entenderá que Scheler cifre en el enriquecimiento del ethos el sentido de la historia, sino que también resultará claro que para este autor la historia universal misma no sea, en último término, otra cosa que «historia del ethos» (GW 2,309). Recuérdese que los actos emocionales de orden superior (amar, sentir valores, preferir) ocu- pan en esta filosofía el estrato más profundo de la vida del espíri- tu; son algo así como la gleba de la que nace toda otra vivencia, sea emocional, teórica o apetitiva. El «alma de la historia» (GW 10,268) no puede consistir, según eso, en el cambio de las cosmovisiones, ni en la sucesión de las empresas acometidas por los hombres, sino en la evolución de esa capa de nuestro ser que vive sentimental- mente referida al mundo de los valores. La historia es, ante todo, historia de los sentimientos. 3 ¿Por qué no se detiene la historia? O dicho de otro modo: ¿Por qué va cambiando el ethos de los individuos y los grupos sociales? La respuesta de Scheler está contenida en su doctrina de los mode- los ( Vorbilder ), hombres y mujeres extraordinarios que, por la rela- ción que guardan con algún ámbito de la esfera del valor, encarnan de manera ejemplar un «tipo ideal de persona» y fomentan con su ejemplo, muchas veces sin proponérselo, el crecimiento moral de los demás hombres. Del mismo modo que en el alma humana individual hay una dimensión personal que no se confunde con el estrato vital ni menos aún con la zona del alma sometida a leyes de asociación 820 LEONARDO RODRÍGUEZ DUPLÁ

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