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da por Scheler, de que la meta y el sentido de la historia universal estriba en el perfeccionamiento moral de la humanidad. Esta doctri- na está muy presente en su obra más importante, El formalismo en ética y la ética material de los valores . 3 De hecho, en el prólogo a la segunda edición de ese libro se afirma con toda rotundidad que el principio según el cual el sentido y el valor de todo este mundo se mide exclusivamente por la perfección que en él ha alcanzado el ámbito personal es «el principio más esencial e importante que esta obra pretende fundamentar y transmitir del modo más completo que quepa» (GW 2,16). Scheler insiste a menudo en que el progreso moral de la huma- nidad que da sentido a la historia no se verifica principalmente en el plano del hacer o en el del conocer, sino en el plano del ser . Dicho de otro modo, el progreso moral no consiste propiamente en que abunde cada vez más la conducta atenida a las normas que se fundan en la jerarquía objetiva de los valores, ni tampoco en que se generalice el conocimiento de esas normas y valores, sino en que los propios sujetos personales se vuelvan mejores; en el entendido de que esa mejora «óntica» no podrá por menos de traducirse luego en una superior sensibilidad moral y en una conducta más concor- de con las exigencias del mundo del valor. ¿En qué consiste, más exactamente, esta mejora del ser perso- nal, de la que según Scheler dependen los progresos del conoci- miento y de la acción? Para contestar a esta pregunta es preciso recordar la doctrina scheleriana de que el estrato más básico de la vida personal es de naturaleza emocional. Somos, antes que ningu- na otra cosa, un sistema de amores y odios, de preferencias y des- denes, al que Scheler denomina, con expresión agustiniana, ordo amoris . Y como las vivencias de este orden se refieren a los valores y disvalores que encontramos en las cosas, cabe expresar la misma 818 LEONARDO RODRÍGUEZ DUPLÁ 3 Valgan de muestra estos dos pasajes: «Todo sentido y valor últimos de la comunidad y la historia residen precisamente en que éstas representan condiciones para que en ellas [ in und an ihnen ] se puedan manifestar y actuar libremente uni- dades personales de máximo valor. En el mero ser y actuar de las personas encuen- tra su meta, para el personalismo de los valores, toda comunidad e historia» (GW 2,496); «El supremo y definitivo sentido moral del universo consiste en que sean posibles personas máximamente valiosas y positivamente valiosas» (GW 2,558).

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