NG200403020
Francisco del que hemos venido ocupándonos, y están combinados con numerosos elementos de la cosmovisión cristiana, incompatibles con ellos en realidad, de los que Scheler todavía no ha llegado a desprenderse. La lectura atenta del texto sobre San Francisco revela, en efec- to, la oscilación entre dos concepciones de la vida divina que se expresa en el acontecer natural: unas veces esa vida universal es creación de Dios, otras parcialmente idéntica con ese mismo Dios. La primera interpretación, que es la que ocupa el primer plano expositivo, es la que se ha expuesto en el apartado anterior, y se hace máximamente palpable en la reiterada oposición de Scheler a toda interpretación que haga de San Francisco un panteísta 13 . La segunda interpretación, más difícil de detectar, se hace notar primeramente en las dificultades con que se encuentra Scheler a la hora de explicar la concepción franciscana de la naturaleza como símbolo o indicio que remite a su Creador. «El ser natural —afirma Scheler— es para Francisco ya por y en su misma existencia e índo- le objetiva un símbolo, un dedo índice, una alusión, un puntero dotado de sentido que señala al Dios espiritual-personal; no por tanto mediante la ‘interpretación’ del hombre, mediante el conoci- miento humano o mediante ‘conclusiones’ que extrae el hombre» (GW 7,100). Las dificultades de esta teoría están a la vista. ¿Cómo puede algo ser símbolo en sí mismo , con independencia de si alguien lo capta como tal? La huella que Jueves deja en la arena posee, sin duda, un parecido objetivo con el pie que la produjo; pero sólo pasa a ser indicio de la presencia de Jueves en la isla cuan- do Robinsón la interpreta como huella de un pie humano distinto del suyo. Pero si nada puede ser símbolo en sí mismo, la cuestión es saber por qué Scheler, en el marco de su interpretación del fran- ciscanismo, atribuye esa condición imposible nada menos que a la naturaleza entera. La respuesta sólo puede ser una: nuestro autor se ve empujado a esa doctrina inverosímil por el panteísmo que, lo sepa o no, ya tiñe su pensamiento. En efecto, quien piensa que la vida universal que alienta en la naturaleza no es en el fondo sino Dios mismo manifestándose como vida habrá de entender el «sim- SAN FRANCISCO DE ASÍS VISTO POR MAX SCHELER 837 13 Véase sobre todo GW 7, 99, donde el presunto panteísmo de San Francisco es negado por tres veces en media página.
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