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rodeo. Debemos familiarizarnos, efecto, con ciertas distinciones psi- cológicas propuestas por Scheler al tratar el fenómeno de la simpa- tía. 5 Como es sabido, el concepto de simpatía ocupa un lugar pro- minente en las teorías éticas de pensadores como D.Hume, A.Smith o H.Spencer. Por su parte, A.Schopenhauer ha reivindicado el papel de la compasión como fuente de conocimiento metafísico, inaugu- rando con ello una veta de pensamiento en la que se han significa- do luego pensadores como H.Bergson o E.v.Hartmann. Scheler reconoce a ambas tradiciones, la británica y la conti- nental, el mérito de haber llamado la atención sobre la importancia de la simpatía, pero critica las deficiencias de las descripciones psi- cológicas en las que se fundan las doctrinas de los autores citados, y en consecuencia rechaza los principales resultados alcanzados por ellas. A su juicio, el punto de partida ha de consistir en reconocer que con el nombre de «simpatía» se puede aludir a cuatro funciones emocionales distintas. Scheler las distinguirá con todo cuidado y les dará distinto nombre. Tenemos, en primer lugar, el «inmediato sentir algo con otro» ( Mitfühlen ) 7 . El ejemplo propuesto por Scheler es el de los padres que, ante el hijo muerto, sienten un mismo dolor. No se trata de que cada uno de ellos sienta dolor y al mismo tiempo sepa que el otro siente lo mismo. Aquí el dolor se comparte hasta el punto de que se borra ante la conciencia la diferencia entre tu sentimiento y el mío. Ellos se viven como sujetos de una y la misma emoción, no de dos emociones iguales y simultáneas. En un sentimiento de esta natura- leza debía de pensar Miguel Hernández cuando, en la dedicatoria de su «Elegía a Ramón Sijé», escribe: «En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto Ramón Sijé, con quien tanto quería». SAN FRANCISCO DE ASÍS VISTO POR MAX SCHELER 827 7 Adoptamos aquí los términos españoles con que J. Gaos tradujo los nom- bres dados por Scheler a las distintas formas de la simpatía.

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