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ese centro (GW 10,285). Se trata, por tanto, de un proceso de iden- tificación o unificación fundado en el amor al Maestro; pues sólo el amor nos franquea el paso hacia el libre centro personal de la per- sona amada. Tales experiencias de seguimiento se van encadenando a lo largo de la historia. La transmisión de la fe en el santo originario es posible gracias sobre todo a la reproducción del proceso de identi- ficación con él en las sucesivas generaciones de discípulos. Para que todas las generaciones puedan conocer y amar la verdad, el Maestro no ha dejado simplemente una doctrina, sino que se ha dejado a sí mismo en sus discípulos. Sabemos que, en la larga cadena de los que han hecho real en sus vidas la presencia de Cristo, una figura precisa solicita constan- temente la atención de Scheler: la figura de San Francisco de Asís. ¿Por qué precisamente él? Es cierto que en Francisco la unificación afectiva con Cristo, fundada en el amor a Él, alcanza una plenitud singular. Pero, dado que lo mismo cabe decir de otros muchos san- tos, se impone buscar razones más específicas. Una primera razón nos la brindan las abundantes reflexiones dedicadas por Scheler a la crítica de ciertos aspectos de la cultura moderna. No es de extrañar, en efecto, que Scheler, crítico implaca- ble de la civilización burguesa que veía anegar Occidente, de su espíritu mercantilista y adquisitivo, de su explotación desconsidera- da de la naturaleza, volviera los ojos al santo de Asís, antípoda cabal del hombre burgués moderno. Pero creemos que esta afinidad electiva tiene una razón de ser más compleja y también más profunda. Nuestra hipótesis es que Scheler creyó ver en el sentimiento franciscano de la naturaleza una genial anticipación —vivida, no pensada— de la posición metafísi- co-religiosa hacia la que el propio Scheler derivó a partir de 1921, posición que había de expresarse en obras como El puesto del hom- bre en el cosmos y Cosmovisión filosófica . La comprobación de esta hipótesis pasa por el examen de las páginas dedicadas a la figura de San Francisco que Scheler incorporó a la segunda edición de Esencia y formas de la simpatía , redactadas con toda probabilidad en el año 1922. Pero para poder adentrarnos en la interpretación scheleriana de San Francisco se hace imprescindible un nuevo 826 LEONARDO RODRÍGUEZ DUPLÁ
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