NG200403019

El texto clave, revelador de los dos primeros encuentros, lo encontramos en el hermoso documento autobiográfico de Francisco: el Testamento, escrito poco antes de morir. “El Señor de esta mane- ra me dio a mí, hermano Francisco, el comenzar a hacer penitencia: porque, como estaba en pecados, me parecía extremadamente amargo ver los leprosos. Y el Señor mismo me condujo entre ellos y practiqué con ellos la misericordia” 54 . Francisco constata, antes de nada, el hecho decisivo de la irrupción de Dios en su vida; es Él quien toma la iniciativa: “el Señor me dio, el Señor me condujo...” Con un gesto misericordioso, Dios transforma el yo de Francisco, le hace comenzar a juzgar, sentir y querer de manera diversa curándo- lo, por puro y gratuito amor, de su lepra de hombre en pecados; y así empieza a probar que su vida es gracia, fruto del Dios-Amor, compasión y misericordia: “la caridad, el bien, todo bien, el sumo bien, misericordioso Salvador...” 55 . A través de esta experiencia fun- damental y simplicísima, Francisco experimenta una sorprendente liberación interior; su yo carnal y egoísta se rinde y descubre hori- zontes nuevos, antes moralmente insospechados, comprendiendo que todo se le unifica por dentro, y brota al exterior, purificada, su congenial bondad y su notable altruismo. Y lo primero que encuentra es “al otro”, precisamente en la figura de los leprosos, pura repugnancia antes y, de pronto, “her- manos”, “los hermanos cristianos”, como los llamará él mismo 56 . En aquellos desechos humanos de la sociedad de entonces encuentra el gran desafío para comprender al hombre, para aceptar al hombre, para fraternizar con el hombre; así comienza a hacer la experiencia del amor fraterno más puro, “libre y liberador”, como es el de Dios y pide Cristo en el Evangelio. Algo ha cambiado, profundamente, en su personalidad. No ha cambiado Dios, ni ha cambiado el hombre. Ha cambiado Francisco, su visión de Dios y del hombre, el horizonte y el sentido de su vida. En el descubrimiento conjunto de Dios y del hombre, la gracia ha jugado a fondo en la personalidad de Francisco; y así sus dos perfiles humanos esenciales —altruísmo y egocentrismo— armonizados y purificados, definirán el esquema de NATURALEZA Y GRACIA EN SAN FRANCISCO DE ASÍS 809 54 SAN FRANCISCO, Testamento en Escritos 121 s. 55 ID. Alabanzas al Dios Altísimo en Escritos 25 s. 56 Leyenda de Perusa 64 en Escritos 632.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz