NG200403019

na los auténticos valores, da reciedumbre y coherencia a la volun- tad y, ante todo, infunde definitivamente sentido a su vida 51 . La experiencia de la enfermedad relativiza y cuestiona en Francisco el valor de la felicidad terrena y la consistencia de la propia vida; la experiencia de encarcelado le relativiza y cuestiona el valor de las concesiones a la vanidad, a ideales de grandeza y de triunfo huma- no; y la experiencia de la persecución familiar relativiza y cuestiona en él el verdadero significado de la afectividad, incluso en sus pro- yecciones más íntimas, como pueden ser las de la voz de la propia sangre. La última rotura toca la fibra más profunda de Francisco y concluye, de momento, un significativo proceso de liberación inte- rior. Cuando, ante el obispo de Asís, su padre le reclama los dine- ros, que empleaba en limosnas y usos sagrados, Francisco le entrega sus propios vestidos como símbolo de su espiritual y definitiva puri- ficación. Y añade, con los ojos elevados al cielo: “De ahora en ade- lante diré libremente: ‘Padre nuestro que estás en los cielos’, y no padre Pedro Bernardone” 52 . El gesto le consagra de manera definiti- va como hombre libre “de” sí “para” ser fiel al querer del Padre del cielo. Obedecer a Dios es, al mismo tiempo, amor y libertad. No se trata de un salto en el vacío. En el camino de la verdadera libertad —como Pablo en el camino de Damasco o Agustín en el jardín de Milán— Francisco encuentra a Dios. Y era muy consciente. Por eso añade, al desprenderse de sus vestidos: “Me iré desnudo al Señor”. Y el biógrafo concluye: “¡Ánimo noble el de este hombre, a quien ya solo Cristo basta!” 53 . La otra experiencia es la de los tres “encuentros”, que, a fin de cuentas, podrían reducirse a uno: al encuentro con Dios; porque se identifican con otros tantos “particulares descubrimientos de Dios”: descubrimiento o experiencia de Dios como absoluto Bien, Bondad, Amor, y especialmente Amor misericordioso, compasivo; descubri- miento o experiencia de Dios en el hermano hombre; y descubri- miento o experiencia de Dios en el Evangelio. Tres encuentros decisivos, que llenan de luz y contenido el destino providencial de la vida de Francisco. 808 FRANCISCO IGLESIAS 51 Cf. T. de CELANO, Vida primera 3 y 10 en Escritos 143, 147. Id, Vida segunda 4 en Escritos 231 s. 52 ID., Vida segunda 12 en Escritos 237. 53 ID.

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