NG200403019

nente”, un amor religioso o compasión con respecto al prójimo. Ahora bien, “si eso quiere decir el amor al prójimo, entonces el campo donde ese amor actúa no es simplemente el de un amor entre los hombres, sino que debe ser un campo de amor hacia todos los seres vivos, e incluso hacia todas las cosas... En la his- toria del cristianismo, vemos algo parecido (como ‘hermandad universal’), por ejemplo en san Francisco de Asís, quien, es sobradamente conocido, no se refería sólo a sus compañeros humanos sino a todas las cosas como si fueran familiares suyos. Cuando san Francisco se dirigía al sol, la luna, el agua, el fuego y el viento como a sus hermanos y hermanas en su famoso Cántico al sol, no estaba pensando meramente en una figura poética del discurso. Los veía así en realidad. Debía pensar que para él cada cosa era realmente un hermano o una hermana, ya que habían sido creadas, como él mismo, por Dios. Se habría un campo donde todo podía hallarse porque había radicalizado el punto de vista según el cual se refería a los ‘pequeños’ (‘mino- res’), pues él mismo se hacía ‘más pequeño que todo lo demás’, por debajo de ellos. Esta visión se abría en el extremo de su abnegación y dedicación a Dios. Seguramente esto no es un panteísmo. El caso de san Francisco puede ser excepcional en el cristianismo, pero nos sirve al menos como un ejemplo de amor religioso que sobrepasa las fronteras de lo humano para abarcar a todas las cosas”. En conexión con esto, el profesor japonés hace luego unas interesantes observaciones a propósito del diálogo de san Francisco con el hermano fuego cuando esta- ba a punto de someterse al cauterio para restañarse un ojo infec- tado 34 . Y concluye su libro: “La verdadera igualdad tiene lugar en lo que podemos llamar un intercambio recíproco de des- igualdad absoluta, de modo que el yo y el otro permanezcan simultáneamente en la posición del señor y siervo absolutos uno respecto de otro. Es una igualdad en el amor, sólo posible en la vacuidad. A menos que los pensamientos y las acciones del hombre, de todos y cada uno de ellos, se sitúen en ella, los pro- blemas que acosan a la humanidad carecerán de la menor opor- tunidad de ser realmente solventados para siempre” 35 . NATURALEZA Y GRACIA EN SAN FRANCISCO DE ASÍS 799 34 ID., 341 s., 345 s., 349 ss. 35 ID., 353 s.

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