NG200403019
de “atención y de presencia en el mundo”, subraya el respeto a los hombres precisamente con este significado: “tratar a cada hombre como una persona, no como al elemento de un número (el cristia- no consagra esta actitud respetando en cada persona un tabernácu- lo de Dios)”. De aquí que el mensaje personalista se base, sobre todo, sin desestimar las técnicas del pensamiento y de la acción, en la fe en el hombre, en el amor al hombre y en el testimonio del hombre. Y ese fue su estilo inconfundible: combatir por mentalizar y equipar a la humanidad de su tiempo —en un clima sociopolítico y cultural tendencialmente laico— a vivir, desde una clara inspira- ción evangélica, el amor sin medida, incondicionado y gratuito, a los hermanos hombres 19 . El esquema de esta aparente “utopía” del personalismo comu- nitario, reto para todo creyente adulto, ofrecía, sobre todo, estos tres recursos como estímulo y garantía, apoyo y purificación permanen- tes: mantener la viva conciencia de la propia “religación esencial con Dios” (“trascendencia” vertical), vivir en estado de continua “con- versión” (del “corazón del corazón”) y lograr una sana y exigente “libertad” de uno mismo —que es la condición esencial de la per- sona— yugulando el innato egocentrismo y dándonos siempre por amor al servicio de los demás 20 . La síntesis dialéctica de ese esfuer- zo por dar espacio al amor, liberados de nuestros propios condicio- namientos ante todo, se refleja en esta frase con sabor a evangelio de Charles Péguy, gran amigo y maestro de Emmanuel Mounier, que éste subrayaba con veneración: “No es necesario salvar el alma como se salva un tesoro... Es necesario salvarla como se pierde un tesoro. Gastándola” 21 . Frase armonizada con esta frecuente melodía cristiana de fondo de Emmanuel Mounier: Nos encontramos a nos- otros mismos cuando nos perdemos; se posee sólo lo que se ama y sólo lo que se da. - Humanismo “interreligioso”: Este título va dedicado al pensa- miento filosófico-religioso del profesor japonés Keiji Nishitani (1900- 1990), figura prócer de la llamada Escuela de Kioto, cuya filosofia ha NATURALEZA Y GRACIA EN SAN FRANCISCO DE ASÍS 793 19 ID., I, 381, 432. III, 476 ss. 20 ID., I, 154 ss., 228 ss., 430, 625 s., 863, 876 ss. III, 241 ss., 401, 476 ss., 485 ss., 499 ss. 515, 519. 21 ID., I, 867.
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