NG200403019

Teniendo en cuenta el planteamiento de estas notas, reasumo esquemáticamente, lo más posible “al vivo”, algunos de los capítu- los esenciales del proyecto de “Personalización de la humanidad” (“humanización de la humanidad”, diría Egdar Morin) que caracteri- za el pensamiento y la vida de Emmanuel Mounier. Individuo y persona: Un criterio importante es el de la diferen- cia —no separación— entre individuo y persona. La oposición entre individuo y persona provenía directamente del kantismo y del idea- lismo, y era lo que, entre otras cosas, Emmanuel Mounier quería contrastar y superar. El hombre total, individuo y persona, está pre- sente y actúa en cada uno de sus gestos. Pero la persona no coinci- de con el individuo. El individuo es dispersión, egoísmo, avaricia, autoafirmación desbalanceada del proprio yo, el amor narcisista de las propias singularidades, el pánico y el ansia por garantizar la seguridad propia, la agresividad caprichosa o altanera para autode- fenderse; en suma, la disolución de la persona... La persona, en cam- bio, que representa el volumen total del hombre, es señorío, elección, formación, conquista de sí, apertura y generosidad; corre el riesgo del amor en lugar de protegerse; es rica, en fin, de todas las comuniones sanas... Mi persona no es mi individuo, aunque antropológicamente no pueda hablarse de un dualismo objetiva- mente rígido; es la presencia y la unidad de una vocación encarna- da para con-vivir y darse... 16 . Persona y comunidad: La persona no se realiza y plenifica sino dándose a los otros, a la comunidad. Una comunidad no nace espontáneamente de la vida en común, pero será imposible alcan- zar la comunidad sin personas, y sin personas sólidamente consti- tuidas. Si se trata de comunidades que se reducen a un anonimato tiránico, son simplemente sistemas despersonalizadores. El aprendi- zaje de la comunidad es el aprendizaje del prójimo como persona en su relación con mi persona, lo que se ha llamado el aprendizaje del “tú”. Sin necesidad de recurrir a la experiencia, basta reflexionar sobre el hecho de que el “nosotros” sigue al “yo”; o más exacta- mente: que el “nosotros” deriva del “yo”, y no podría precederlo. Los ideales y los valores no son fines últimos para el hombre, sino medios para realizar una vida personal más amplia, dando vida a NATURALEZA Y GRACIA EN SAN FRANCISCO DE ASÍS 791 16 Cf. E. MOUNIER, Obras completas (Salamanca 1992) I, 210 ss., 627 ss.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz