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ritual», en cuanto privación de la vida de la gracia. Luego, el adjeti- vo «original» da a entender su carácter de radicalidad anterior a la actuación de cada individuo. Sin ser transgresión personal, la situa- ción se remonta a una transgresión personal y originaria, cuya con- dición histórica, en el punto inicial de la raza humana, cualificará negativamente a todos los miembros posteriores. 5. EL PROBLEMA TEOLÓGICO Por de pronto, y sin ambages, hay que decir que para el teólo- go no es problema la existencia de la realidad aludida. Son más bien las condiciones de posibilidad que nuestra capacidad cognoscitiva, siempre limitada por el misterio, puede encontrar para percibir la no contradicción e, incluso, vislumbrar en el mismo misterio una res- puesta aceptable a nuestra inquietud intelectual y moral. «La doctri- na católica del pecado original, dice Ch. Baumgartner al fin de su detenido estudio arriba citado sobre el pecado original, no es otra cosa que una tentativa de definir el estatuto teológico del hombre fuera de Cristo» 7 . Una exégesis bíblica e histórica justamente renovadora, junto con las hipótesis no despreciables de la paleontología, ha supuesto EL PECADO ORIGINAL EN LECTURA ESCOTISTA 751 haer. , l. 5, c. 34: PG 7, 1216)), S. Atanasio ( Oratio de Incarnatione Verbi , n. 4 [41]; PG 25, 104), S. Gregorio Nacianceno ( Orat ., 33, n. 9; PL 36, 226), S. Metodio ( Convivium decem virginum , Or. 3, c. 6; PG 18, 64), baste citar el testimonio de Orígenes: «La Iglesia recibió de los Apóstoles la tradición de administrar el bautismo también a los niños; pues aquellos a quienes habían sido encomendados los secre- tos de los misterios, sabían que en todos se encontraba la mancha auténtica del pecado, que debería ser lavada por el agua y el Espíritu Santo» ( In Romanos com- mentarii , l. 5, n. 9 [567]; PG 14, 1047). Véase Y ANNIS S PITERIS , Salvezza e peccato nella tradizione orientale (Bologna 2000) 133-154. San Agustín, en su escrito Contra Julianum Pelagianum , VI, 12, 39; PL 44, 843; Obras de San Agustín (en edición bilin- güe), t. XXXV (Madrid 1984) 877 y ss.] afirma que desde el inicio de su conversión, por tanto, antes de surgir la crisis pelagiana, vio el pecado original como algo que «antiquitus discit et docet omnis ecclesia. Ab initio conversionis meae sic tenui sem- per et teneo» . Si el término resulta nuevo, se trata ciertamente de una realidad implí- cita en la tradición viviente de la Iglesia y en la Escritura [cf. al respecto Baumgartner, op. cit. , 90-103]. 7 O.c. , 165.

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