NG200403018

podía ser el individuo ni la pareja humana, sino el único absoluto, que es regla para sí mismo y para toda criatura. Lo infinito de su libertad era por así decirlo una proyección de dependencia respec- to del infinito positivo (Dios como regla de su ser y de su actuar) y del infinito negativo (la nada de su procedencia y la nada destructi- va de su ser moral en su reacción de independencia). En esta situa- ción de libertad, el hombre quiso ser regla para sí mismo, y de ello surgió la catástrofe. El hombre pecó y su pecado se convirtió en mal- dición para todo lo que Dios puso bajo su dominio como actualidad y como principio virtual: «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tor- narás» ( Gén 3,17-19). Así es como el problema del origen del mal encuentra una res- puesta, parcial si se quiere, porque siempre permanecerá en el mis- terio la actitud de Dios —misericordioso y justo— frente a ese mal, del que, ciertamente, Él no puede ser causa. Pero algo queda claro: el mal del mundo es un mal originalmente libre de la criatura, y vemos que contamina la libertad de todos los hombres que llegan a la existencia esencialmente libres, aunque el ejercicio activo de tal libertad esté condicionado por el proceso vital de ser ‘espíritu en el cuerpo’. 4. NATURALEZA Y GRACIA La revelación nos dirá luego que al hombre, nacido en este ambiente de pecado, se le ofrece la superación de su condición pecadora mediante el renacimiento a la gracia de Cristo. Pero tal contrapeso sobreabundante de la gracia sobre el pecado no elimina ‘a priori’ el curso negativo de la historia del mundo, quizás para que EL PECADO ORIGINAL EN LECTURA ESCOTISTA 749 que l’intelligence soit victime d’aucune erreur prealable». J. M ARITAIN , «Le péché de l’Ange. Essai de ré-interprétation des positions thomistes», en Revue Thomiste 56 (1956) 199.

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