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11. EN ESQUEMA Si quisiéramos enfocar brevemente el cuadro teológico-antro- pológico en que se inserta la doctrina de Escoto sobre el pecado ori- ginal, podríamos señalar cuatro puntos fundamentales: a) El hombre, en el plan divino, fue puesto en el mundo sin más salida existencial que la unión íntima con Dios, natural a su capacidad de perfección total, por tanto su fin natural-sobrenatural único. b) La constitución natural del hombre tiene una complejidad de tendencias sensitivas y espirituales, cuyo equilibrio le fue asegurado sobrenaturalmente por la justicia original, que lo orientaba a su fin, siendo elevado además por la gracia a un contacto inicial con el mismo. c) El pecado de Adán privó a la naturaleza de tal equilibrio y orientación. La naturaleza humana, por tanto, quedó, no reducida a un hipotético fin natural que le diera un sentido existencial a su medida, sino simplemente sin orientación al único fin al que debía tender. En consecuencia, todo hombre, al nacer, se integra en la comunidad humana como deudor insolvente ante Dios , en un absur- do existencial. d) Esa deuda la pagó Cristo en su entrega a Dios en favor de los hombres (vida, muerte y resurrección), creando el mundo nuevo de la salvación, al que se nace de nuevo por el Bautismo de hecho o alguna suplencia misteriosa. 12. A MODO DE APÉNDICE En una visión teológicamente serena se puede coincidir hasta cierto punto con González Faus, según el cual «lo válido del peca- do original reside —coincidiendo, dice, con la tradición agustinia- na—, en estos dos puntos: a) una experiencia humana veraz, profunda y rica, que no puede ser ignorada alegre o irresponsable- mente. Y b) una lectura creyente de esa experiencia que (en algún sentido) explica algo de ella, pero que —sobre todo— la conecta EL PECADO ORIGINAL EN LECTURA ESCOTISTA 775

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