NG200403018

causa necesaria con su efecto y hace comprender el sentido pro- fundo que la justicia original, como orientación de la naturaleza a su fin, da al hombre en el momento de su creación. Dios marca libre- mente al hombre con ese fin y el hombre, que en nada es razón de sí mismo, debe responsablemente mantener tal orientación (que se ve intensificada con la gracia). La responsabilidad del hombre lleva- ba consigo la libertad, y ésta, el riesgo de un mal uso, que, al ser hecho efectivo con el pecado, causa la pérdida de la justicia original junto con la gracia. Pero ello no significó para el hombre la vuelta a una naturaleza que tendría un fin asequible con las fuerzas natura- les 54 , sino a un estado sin finalidad que diera sentido a su existen- cia. Tal fue el primer pecado originante del sucesivo pecado original. Escoto lo expresa diciendo que el pecador queda debiéndose a sí mismo la orientación perdida. Una deuda que lo deja en una con- dición absolutamente lamentable, de pobre deudor ante Dios, a quien debe el honor que le ha negado con el rechazo de su amor. En los descendientes del primer pecador no se tratará eviden- temente de un pecado actual – e. d. de una acción personal peca- minosa, imposible de cometer antes del uso de la razón -, sino de una deficiencia radical que afecta a todo el hombre y, por eso, a la misma voluntad antes de expresarse en voliciones actuales. La voluntad es libre antes de poder pasar a actos libres y por eso la carencia de la justicia original significa, más que un castigo que se sufre involuntariamente, un estado de la voluntad, cuya tendencia radical al propio sentido mediante la orientación a su fin último único (Dios en sí mismo) se encuentra interceptado y esclavizado por el dominio del mal del mundo (e. d. del demonio). Cierto que es un misterio la voluntariedad del pecado original, de la que se excluye un acto de decisión personal. Pero la misma metafísica de Escoto da pie para ver, al menos, la no contradicción de tal enigma. EL PECADO ORIGINAL EN LECTURA ESCOTISTA 773 54 La distinción de una naturaleza ‘despojada’ frente a una naturaleza ‘des- nuda’ (sicut ‘spoliatus’ vs. ‘nudus’) contempla en el fondo una ‘natura’ que, sin la gracia —no concedida o negada— se queda en una situación con sentido o finali- zación perfecta a su nivel. Sería una vuelta al plano natural en donde queda palia- da la auténtica tragedia del pecado.

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