NG200403018

Importante en la mentalidad de Escoto es la observación de que el pecado de Adán no corrompió la naturaleza del singular (esta naturaleza numéricamente), sino la naturaleza que en él se encon- traba como naturaleza común en toda su potencialidad 48 . 8. EN EL MARCO DE LA TEOLOGÍA DE SIEMPRE Escoto no hace otra cosas que cumplir la misión de toda teolo- gía auténtica en cualquiera de las cuestiones con las que se enfren- te: aproximarse, desde la analogía con otras verdades y desde la propia filosofía, a un hecho de fe para hacerlo de algún modo más comprensible. Aquí es el hombre, que, necesitado existencialmente de la justicia original y la gracia para dar a su existencia el sentido único con que se inserta en el plan de Dios, no obstante se encuen- tra, al nacer, sin esos dones, no a causa de una voluntad (antece- dente) de Dios, sino por una deficiencia que sólo puede tener su origen en la libertad mal usada de la criatura humana, originando así la historia de un mundo alejado de Dios, en el que entrarán natu- ralmente todos los nacidos, mientras desde esta su historia munda- na no entren en la historia salvífica del Reino de Dios, cuya puerta normal, según el orden querido por Dios, es el Bautismo. En oriente como en occidente se reconoció siempre como dato revelado que la situación pecadora en que se encuentra la humani- dad no es imputable a Dios, sino a la voluntad creada 49 . Además de la variedad de expresiones que se resumen en la de «pecado origi- nal», la reflexión teológica ha buscado aspectos humanos negativos para concretar de algún modo el contenido de ese fallo radical de la humanidad. Descartada por el concilio de Trento 50 la sentencia pro- testante de que el pecado original dañó intrínsecamente la naturale- 770 BERNARDINO DE ARMELLADA 48 Ad ultimum dico quod Adam non corrupit naturam hanc numero, nec per- sonam hanc numero, -sed corrupit se peccato personali, et in hoc demeritorie totam posteritatem suam. Ib ., n. 75; p. 352. 49 Es lo que dice el concilio Vaticano II: «El hombre, cuando examina su cora- zón, comprueba su inclinación al mal y se siente anegado por muchos males, que no pueden tener su origen en su santo Creador» ( GS n.13a). 50 Cf. DSch 1515, 1555, y declaraciones contra los errores de Miguel Bayo, DSch, 1974-1976.

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