NG200403018

dos libros poseen un valor especial por haber sido revisados perso- nalmente por el mismo Escoto, de modo que se presentan como fuente indiscutiblemente genuina de su pensamiento. Adentrarnos hoy en el tema el pecado original en Duns Escoto, para que no sea un simple historiar ideas pasadas sin mensaje posi- ble para la teología de hoy, exige tomar pie desde una perspectiva total del contexto antropológico y teológico en el que, con el Doctor Sutil, podamos situar la realidad llamada ‘pecado original’. 1. ANTROPOLOGÍA Y TEOLOGÍA SE INTERROGAN Una perspectiva global de la situación humana vista cristiana- mente nos hace ver que nos encontramos involucrados en dos his- torias reales, o si se quiere en una historia humana con dos caras: una historia subyacente de perdición, esclava de la maldad domi- nante en el mundo, y una historia de salvación superpuesta a la mundana por obra y méritos de Cristo: Un estar en el mundo sin ser del mundo (cf. Jn 17,14.15). Y la historia que vemos a primera vista, la que nos envuelve sin escapatoria, es la del mal en todas sus manifestaciones. Por otra parte, estamos hechos de tal manera, que más allá de todo pesimis- mo u optimismo, el mal, lo negativo de nuestra existencia, nos cala más que la cotidianidad de lo positivo. Sin duda hay mucho bueno y positivo en nuestra existencia; mas, por lo que la naturaleza sola puede avistar, todo terminará disuelto en lo negativo de la muerte. Mirando, sin embargo, las realidades más inmediatas, consideramos normal que las cosas vayan bien: nada extraordinario, no constituye noticia. Tanto en la psicología individual como social, son los infor- tunios involuntarios y las maldades intencionadas lo que impresiona y lo que —como hoy se dice en el comercio de noticias— vende 3 . 746 BERNARDINO DE ARMELLADA 3 Parecería que el mal, visto en los otros y en la historia, lleva una carga de regusto enfermizo. Por citar ejemplos, en 1998 una revista se refería a un libro que llevaba por subtítulo Dos milenios de fascinación humana por el mal . «Lo atractivo de este estudio, se comenta, reside en la luz que arroja sobre la enorme multiplici- dad de enfoques que colectividades e individuos han hecho sobre ese alter ego (el Mal personificado en el anticristo) de Cristo» (Cf. El País , 24 enero 1998: Suplemento Babelia , p. 19).

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