NG200403018

nes teológicas. Porque a la teología compete, como se ha dicho antes, buscar en cuanto posible las condiciones de posibilidad, o pistas de coherencia con nuestro pensamiento humano, de una rea- lidad que constituye un punto importante en la historia de la salva- ción. Cierto que las explicaciones que tratará de dar la teología —siempre sin subvertir el núcleo del mensaje cristiano, que es sal- vación y esperanza en lucha continua contra la historia de pecado— tendrán que seguir sirviéndose de los principios filosóficos y antro- pológicos, accidentalmente mudables en el proceso siempre abierto de la intelección humana. 6. LA TEOLOGÍA TRADICIONAL Ello no significa que la teología tradicional no siga siempre dando luz sobre aspectos irrenunciables de la verdad revelada. Si el posible cuadro material en que se transmite la verdad se ve cuestio- nado por los avances de la exégesis textual y los datos paleontoló- gicos que condicionan la visión de la historia de los orígenes, sigue incondicionalmente válido el contenido esencial de la revelación y la capacidad del razonamiento psicológico y metafísico, del que siempre serán maestros los Padres y Doctores que han iluminado la trayectoria doctrinal de la Iglesia. Los teólogos medievales, sin los avances de la crítica histórica que hoy cuestionan el sentido literal de algunos relatos bíblicos, daban por descontado que la historia de la humanidad tuvo un principio histórico en el paraíso, donde Adán y Eva transcurrieron un tiempo sin la lacra del pecado y sin las aflic- ciones que luego irrumpirían en la humanidad. No entramos ahora en si la categoría de tiempo en la protohistoria de la salvación se pueda referir más bien a momentos (virtuales) de naturaleza. Lo cier- to es que la reflexión teológica considera evidente que si el pecado primero fue, como tuvo que ser, una decisión libre contra el pre- cepto divino, sólo pudo tener lugar en el tiempo del hombre, es decir, en una historia en que se dio al menos un momento —siquie- ra virtual—sin pecado, sin desorden moral o sin injusticias: el esta- do de justicia original . Dios creó al hombre bueno, por lo que el mal moral sólo pudo entrar en el mundo en virtud de una voluntad creada. EL PECADO ORIGINAL EN LECTURA ESCOTISTA 755

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