NG200403018

La distinción entre la verdad revelada y los modos para expre- sarla lleva a precisiones que en la teología del pecado original han podido contraer su realidad de pecado histórico a un punto inicial en que el primer pecador — personalidad corporativa individual o colectiva—, pudo tal vez implicar sólo virtualmente un estado de justicia original, que sin haber sido vivido previamente al pecado, fue causa de la supresión de una posible existencia futura sin peca- do, pero con la ventaja sobreabundante de la redención 12 . Son explicaciones humanas que sólo llegan hasta la puerta del misterio de una comunidad en el ‘pecado’, que de modo negativo afecta a todos los nacidos. Pero hay que conceder que sería preci- pitado tacharlas de absurdas sin más en cuanto difíciles de ajustar a nuestra razón. No está de más recordar que ya en la visión del Antiguo Testamento la salvación tiene un aspecto esencialmente comunitario. El plan de Dios, más que a cada individuo en particu- lar, mira a la comunidad, constituyendo un pueblo en el que se han de integrar los hombres singulares para entrar en la participación de la promesa. Por otra parte, en antropología se reconoce que una injusticia o pecado personal, en virtud del carácter social del hom- bre, afecta de algún modo a toda la comunidad. Por eso resulta, incluso racionalmente, presumible que el primer pecado, rechazan- do la oferta de justicia original en el primer responsable humano, tenga repercusión profunda y naturalmente irreparable en toda la humanidad futura. Tal es el misterio del «pecado original», verdad difícil, pero inne- gable, en la doctrina de la Iglesia, mas para la cual no faltan razo- 754 BERNARDINO DE ARMELLADA 12 Puede verse la explicación de Z. A LSZEGHY -M. F LICK , «Il peccato originale in prospettiva evoluzionistica», en Gregorianum (1966), 201-205 considerando posible que el hombre antes del pecado no poseyó nunca efectivamente los dones de la gracia, de la integridad y de la inmortalidad. La existencia de los dones de la justicia original habría sido sólo virtual, e.d., que los hombres los habrían recibido si no se hubiera dado el pecado inicial que bloqueó la evolución sobrenatural de la humanidad. Una teoría a la que Ch. Baumgartner reconoce «l’avantage de ne pas introduire un hiatus miraculeux dans la création de l’homme; elle sauvegarde la continuité phénoménal exigée par une création évolutive. Mais cette continuité empirique recouvre une discontinuité, un changement radical dans l’ordre spiri- tuel. La chute, en effet, a empêché l’instauration d’une économie paradisiaque, et elle a été l’occasion d’une nouvelle économie, celle de la grâce rédemptrice». O.c. , 142 y ss.

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