NG200403017

Aunque su pensamiento es moderno y ha conservado su vigoroso empuje intelectual y afectivo, debe encuadrarse siempre en el con- texto medieval. A pesar de todo, Escoto es uno de los pensadores que más nos puede ayudar a abrir nuevos caminos para explorar lo humano en Jesús. Por otra parte, es difícil presentar un estudio exhaustivo de las visiones sobre Jesús que aparecen a lo largo de la obra de Nietzsche. Es absolutamente imprescindible separar las consideraciones que hace sobre Jesús de Nazaret de la consideración del cristianismo his- tórico. Para Nietzsche el cristianismo felizmente no demuestra nada contra la grandeza de su fundador 22 . Renuncia a cualquier visión dogmática o infectada por la fe. Pablo de Tarso es, en opinión de Nietzsche, el antitipo del buen mensajero, el desevangelista que retoma el instinto sacerdotal judío, falsificando, una vez más, la his- toria de Israel. El cristianismo de Pablo promete todo pero al final no cumple nada 23 . La mirada de Nietzsche se centra en el Jesús humano. Su humanidad, bien comprendida, será el mejor camino para conducirnos a su divinidad. Aparece aquí la divinidad como culmen del proceso humano. Lo contrario de lo divino no será lo humano, no hay oposición, sino lo que deshumaniza y consiguien- temente desvitaliza. Posiblemente la mejor caracterización de Jesús que podemos encontrar en la obra de Nietzsche es la de seductor. Jesús es quien sabe hablar y habla descendiendo hasta el inframundo de toda alma. Todo su ser es querer que quienes le escuchan terminen por seguir- le de modo radical. El seducido por Jesús se hace rico de sí mismo: Este genio del corazón, de cuyo contacto todo el mundo sale más rico de sí mismo, más nuevo que antes, removido, oreado y ESCOTO Y NIETZSCHE, DOS APROXIMACIONES … 723 ontología a la historia. Jesús de Nazaret, en su concreción histórica, social, política y religiosa está casi ausente en la obra de Escoto. Con todo, esta lectura ontológica tiene su valor, pues la historia de Jesús perdería sentido teológico si no fuese la his- toria humana de una persona divina. La lectura ontológica expresa mejor la encar- nación (el misterio como ontología), y la lectura histórica expresa mejor la dimensión salvífica (el misterio como historia). La tensión entre lo ontológico y lo histórico exis- tirá siempre. 22 Segundas Consideraciones intempestivas , párrafo 9. 23 Anticristo , 42.

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