NG200403017
¿No habéis oído hablar del hombre loco que en pleno día encendía una linterna y echaba a correr por la plaza gritando sin cesar: ¡Busco a Dios!, ¡Busco a Dios!? Como allí había muchos que no creían en Dios, su grito provocó la hilaridad. ¿Qué?, ¿se ha per- dido Dios?, decía uno. ¿Se ha perdido como un niño pequeño?, preguntaba otro. ¿O es que está escondido? ¿Tiene miedo de noso- tros? ¿Se ha embarcado? ¿Ha emigrado? Así gritaban y reían en con- fusión. El loco se precipitó en medio de ellos y los traspasó con su mirada. ¿Dónde se ha ido Dios? Yo os lo voy a decir: ¡nosotros lo hemos matado!¡Vosotros y yo!¡Todos nosotros somos sus asesi- nos! pero, ¿Cómo hemos podido obrar así? ¿Cómo hemos podido vaciar el mar? ¿Cómo nos han dado la esponja para borrar el hori- zonte?... ¿No erramos como a través de una nada infinita? ¿No nos persigue el vacío con su hálito? ¿No hace más frío? ¿No veis que la oscuridad aumenta cada vez más? ¿No se está haciendo necesario encender linternas en pleno día? ¿No escuchamos el ruido de los sepultureros que están enterrando a Dios? ¿No percibimos aún el hedor de la descomposición divina? ¡También los dioses se des- componen! ¡Dios ha muerto!¡Y somos nosotros quienes lo hemos matado! ¿Cómo nos consolaremos nosotros, asesinos entre los ase- sinos?... ¿No supera nuestras fuerzas la grandeza del crimen? ¿No estamos obligados a convertirnos en dioses, para parecer al menos dignos de los dioses? No hubo en el mundo hazaña más grandio- sa. Las generaciones venideras pertenecerán por virtud de la misma a una historia más sublime de cuanto fue la historia hasta el presente 10 . La muerte de Dios se presenta en este texto como un hecho grandioso, el más importante de la historia occidental, pero los hom- bres no están a la altura de este hecho que ellos han realizado, y no saben cómo reaccionar ante el nuevo vacío. Con la muerte de Dios se destruyen viejas estructuras, la vieja moral del resentimiento, la metafísica basada en Dios y en otros mundos trascendentales, a fin de edificar desde esta destrucción el nuevo edificio para la humani- dad basado en los valores terrestres, vitales, inmanentes 11 . Nietzsche no se refiere aquí al Dios cristiano, sino a un modo humano de concebir a Dios, porque tal Dios es asesinado por el ESCOTO Y NIETZSCHE, DOS APROXIMACIONES … 719 10 La gaya ciencia. Aforismo del hombre loco, 125. 11 Cf. E. D IET , Nietzsche et les Métamorphoses du Divin (París 1972) 146-152.
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