NG200403017

ofrece al pensamiento nietzscheano una ontología positiva en la que sus ácidas críticas pueden convertirse en impulsos vitales. Ambos coinciden en una visión del mundo, del hombre y de Dios más posi- tiva y esperanzada. Hay que recuperar al Dios de la vida que se hace vida en Jesús de Nazaret para vivificar al hombre, y hacerlo en consonancia con lo mejor de la tradición cristiana. En este sentido es obligado traer a colación, una vez más, el emblemático texto de San Ireneo de Lyón: La gloria de Dios es el hombre viviente; la vida del hombre es la visión de Dios. Si la manifestación que hace de sí mismo, cre- ándolas, confiere la vida a todas las criaturas que viven sobre la tierra, cuánta más vida da la manifestación del Padre por su Verbo a los que ven a Dios 74 . Posiblemente muchas de las críticas de Nietzsche al cristianismo histórico son críticas a su helenización. El cristianismo, más que una filosofía teórica, es vida, praxis del espíritu y, por tanto, del amor. Recordamos una vez más que para Escoto el amor es lo verdadera- mente práctico y el elemento fundamental para construir una teolo- gía práctica, lejos de una praxis terrena del poder. Esta praxis tiene un lugar de reflexión fundamental: el sufrimiento, los excluidos y los oprimidos de la tierra. Se reclama ahora al Dios de la gracia frente al Dios de la ley; al Dios del amor frente al Dios de la justicia; al Dios de la belleza inmarcesible frente al Dios causa universal; al Dios compañero del hombre que sufre con el hombre frente al Dios eterno e impasible; al Dios encarnado y de los hombres frente al Dios ahistórico y de los ángeles. La encarnación de Dios es expresión de su debilidad y ternura frente a todos los absolutos poderosos, compactos y exi- gentes. La humanidad visible de Jesús es un modo de ser hombre hecho de solidaridad, de libertad y de anonadamiento de su gran- ESCOTO Y NIETZSCHE, DOS APROXIMACIONES … 741 74 «Gloria enim Dei vivens homo; vita autem hominis visio Dei. Si enim quae per condicionem ostensio Dei vitam praestat omnibus in terra viventibus, multo magis ea quae est per Verbum manifestatio Patris, vitam praestat his qui vident Deum»: I RENEO DE L YÓN , Adversus haereses, III, 30, 2.

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