NG200403017

sonsacado por el viento tibio, tal vez más inseguro, más delicado, más frágil, más quebradizo, pero lleno de esperanzas que aún no tienen nombre, lleno de nueva voluntad y nuevo fluir, lleno de nueva contravoluntad y nuevo re-fluir 24 . 3.1. E NCARNACIÓN Escoto fundamenta el misterio de la encarnación en la doctrina de la predestinación de Cristo. La encarnación no ha podido ser pensada como reparación del pecado, sino para dar a todo lo crea- do aquella perfección que posee en la persona de Cristo. La visión de Escoto de la encarnación es rica en amor, con una maravillosa perspectiva de la bondad existente en la humanidad, y que le da a la encarnación el lugar central en el universo de manera que todo venga de Dios a través de ella y así pueda eventualmente, volver a Dios a través de ella 25 . El amor es la única causa de la encarnación: Pero ni siquiera hubiera tenido lugar la redención si el hom- bre no hubiese pecado; pero no parece que por esta sola causa Dios la hubiera predestinado a tan gran gloria, siendo así que aquella redención, o la gloria del alma que debe ser redimida, no es un bien tan grande en los seres cuanto en la gloria del alma de Cristo; y es verosímil que tan sumo bien en los seres sea sola- mente ocasionado, es decir, por causa de un bien menor. Ni tam- poco es verosímil que Dios hubiera preordenado primeramente a Adán a un bien tan grande como a Cristo, que sin embargo, se seguiría; de otra forma, se seguiría un absurdo, es decir, que Dios predestinando a Adán a la gloria, hubiera previsto que iba a caer en el pecado antes de que Cristo le predestinase a la gloria, si la predestinación de su alma fuese solamente por causa de la reden- ción de los otros, porque la redención no hubiese tenido lugar si no hubiese precedido la caída y el pecado 26 . 724 JAIME REY ESCAPA 24 Más allá de bien y del mal, 295. 25 S. M ULHOLLAND , The Humanity of Duns Scotus , en The Cord 43 (1993) 12. 26 «Sed nec redemptio fuisset facienda, nisi homo peccasset; sed non propter solam istam causam videtur Deus praedestinasse illam animam ad tantam gloriam, cum illa redemptio sive gloria animae redimendae non sit tantum bonum, quantum

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