NG200403016
no invitaba para designar la idea de auxilio intrínseco y permanen- te de parte de Dios, prescindiendo del valor teológico desarrollado por san Pablo sobre los dones del Espíritu Santo. ‘ Ene ´ rgeia –energía– y ™pif£neia –epifanía–, aunque se encuen- tren ya en los filósofos presocráticos, aparecen en sentido religioso en tiempos anteriores al Cristianismo. ‘Ene ´ rgeia-energía, presente en Jenófanes de Colofón, denota actividad u operación, en oposición a dÚnamij -potencia, según el mismo Parménides, y opuesta a ›xij -dis- posición o hábito, como piensa Aristóteles ( Ética a Nicómaco , 109, 8b, 3, 3). Aristeas, poeta épico del siglo VI a. d. Cr., empleó el tér- mino energía especialmente en el sentido de una acción divina o sobrenatural 4 , y así aparece también en la Carta a los Efesios 1, 19: «(para que sepáis) cuál es la pujante magnitud de su potencia dentro de nosotros, que seguimos creyendo conforme a la energía de la supremacía de su fuerza», escribe san Pablo, sustituyendo adjetivos por sustantivos, como había hecho, al estilo heraclitiano, en su pri- mera Carta a los Tesalonicenses (1, 3). Ya antes hacía notar Epicuro que el gozo y la alegría se contemplan emotivamente por su activi- dad, por su energía 5 . No podemos dudar de que el matiz sacral per- tenecía al lenguaje usual en tiempos de san Pablo. Por su parte, el vocablo ™pif£neia –epifanía– , aplicado, en pri- mer lugar a la aparición de la luz del día 6 , está ya testimoniado por el Retórico Dionisio de Halicarnaso, en el siglo primero antes de nuestra era, como aparición o manifestación de la divinidad a uno de sus testigos elegidos (2, 68) y poco antes por Plutarco en su bio- grafía de Temístocles, 30. Con la significación de manifestación del poder divino es también palabra conocida en el siglo III a.d.Cr., y por la traducción griega de los LXX en el Libro Segundo de los Macabeos, 15, 27, sin olvidar que en el Nuevo Testamento su matiz de venida o llegada primera de Cristo es patente en la Segunda Carta a Timoteo (1, 10) e igualmente, en la Carta Primera, aplicada a la segunda venida (6, 14). Pero, si bien fuera ya vocablo docu- mentado en Demócrito de Abdera (s. V a. d. Cr.), su uso preferido, por los pitagóricos, con el matiz de superficie, como nos transmite 4 Fragmento 266, en Ed. G. Kinkel, Epicorum Graecorum Fragmenta p. 243. 5 Fr . 2. 6 P OLIBIO , s. II a. d. Cr., 3, 94, 3, Ed. T. Büttner-Wobst (Leipzig 1882-1905). CONCEPTO PRECRISTIANO DE c£rij GRACIA… 709
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