NG200403016

Justicia» 8 —. También san Pablo dispone la paz e„r»nh –en segundo término, como un desarrollo de la charis-gracia. No sin razón fue un bien ya constantemente añorado, como hoy, por el pueblo judío- El Mesías, según los profetas, sería pacífico, incluso sería Príncipe de la Paz, y hasta la Paz misma , de tal modo que la paz es una característica esencial del reino mesiánico. La proclamaron los ánge- les en el nacimiento del Mesías. También en el Nuevo Testamento se identifica, hasta cierto punto, a Cristo con la Paz. Así en 2 Tesalonicenses 3, 16, se le llama Señor de la Paz, y en Efesios 2, 14, se dice de Él —Cristo— que es nuestra paz, apelativo dado a per- sonas singulares, como conocemos por el Papiro Oxirrinco 41, 27, del siglo II a. d. Cr., concretamente a un oficial llamado paz de la ciudad. Como especial personificación, recibió la Paz culto, como diosa protectora, con un templo en Roma, designado con nombre griego Eirenaion, y todavía presente en Irene, Ireneo, Irina. Séneca no dudó en llamarla bien primero ( Epíst . III, 66, 5). Pero importa recordar que el concepto de paz no es exacta- mente igual en las culturas hebrea, griega y latina. Para los hebreos es la paz un concepto impregnado de ideología religiosa, e implica la buena relación personal con Yahvé, y se desea a los demás en el saludo shalom. Para los griegos e„r»nh es la paz como hábito y esta- do, el orden y armonía entre ciudadanos y pueblos. Así los estoicos, entre ellos Crisipo (s. III a. d. Cr.), de Cilicia como san Pablo, com- plementan la idea de la paz con el de ÒmÒnoia – concordia – (literal- mente con –igual– mentalidad), que tienen hoy cívica presencia en la Plaza Omónoia de Atenas y en la de la Concordia de París. En este sentido, elevado por la unión con Jesucristo, pudo hablar san Pablo del vínculo de la paz ( Efesios 4, 3), puesto que la idea de unión, concordia y armonía pertenecen a la noción griega de la paz. Por esta misma razón san Lucas (Ev. 12, 51) recuerda en labios de Jesús la antítesis entre e„r»nh y diamerismÒj, la paz, esto es, la concordia y unión por una parte, y partición o desunión, separación, por otra. Curiosamente, en el lugar paralelo de Mt 10, 34, en vez de partición o separación, aparece el concreto m£caira – espada – , el dramático instrumento de separación y de guerra. Para los latinos presenta pax, 712 ALFONSO ORTEGA CARMONA 8 Cf. I. R ODRÍGUEZ H ERRERA , Helmántica 3 (1952), 17-31.

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