NG200403015

larga, farragosa, ampulosa, agria controversia en torno al PO. El momento más delicado de la discusión fue sin duda cuando ambos contendientes llegaron a discutir la tesis del PO «bajo la razón de Dios (- sub ratione Deitatis), en cuanto afecta al concepto mismo de «Dios». En un momento de la discusión el obispo Julián le increpa al obispo Agustín: «Discrepas (Agustín) de los católicos no sólo en la cuestión ésta (la del PO) sino en la cuestión de Dios . No le honras como le veneramos nosotros por su justicia, omnipotencia e indivisa Trinidad… Presentas un Dios que castiga a los niños inocentes... Pon en claro quién es este implacable acusador de inocentes. Respondes: Dios . Has herido mi corazón, y como tal sacrilegio es increíble, no sé qué sentido tiene la palabra «Dios», si es el dios de los paganos o el Dios de nuestro Señor Jesucristo ¿A qué Dios imputas tal crimen? Porque él nos amó y entregó a su Hijo para perdonarnos, y tu le haces juez que persigue a los recién nacidos» 5 .Y a continuación se desahoga en calificar a la teoría agustiniana de doctrina bárbara, sacrílega, obscena, funesta, maniquea. En una palabra: No se puede creer que Dios sea Justo y afirmar la doctrina el pecado original (Julián). Agustín acepta la discusión a ese más alto nivel teológico y replica: No se puede creer que Dios sea Justo y negar la existencia del pecado original. Y en esas estamos desde hace 15 siglos. La discusión la concretaban ambos en torno al concepto de «Justicia», ya que ambos convienen en que este es al atributo primero de la Divinidad. Agustín argumenta: un Dios «Justo» no puede castigar con «tan miseria» los niños, si éstos no fuesen culpables. Y ¿qué otra culpa puede tener un recién nacido sino la culpa original? Sufren, ¡luego son culpables! Hay que tener en cuenta, añade Agustín, que la justicia de Dios dista infinitamente de la justicia humana. Los caminos de Dio no son vuestros caminos, dice la Biblia. Es de sobra claro que la justicia humana no puede castigar a 692 ALEJANDRO DE VILLALMONTE 5 Los textos de Julián los recoge san Agustín en Contra Iul.. Op. imperf., V, 63; III, 76-79; I, 48; III, 124-126 ; VI, 66 ; I, 5; V, 10.

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