NG200403015
PREGUNTAS «ESCANDALOSAS» SOBRE EL PECADO ORIGINAL «Estoy preguntando... ¿No puedo yo preguntar? ¿No han arrojado sobre mí todas las sombras? ¿No puedo yo levantar todas preguntas?» (León Felipe, «El Poeta prometeico») «Escándalo» traduce la palabra griega « skavndalon »: «tropiezo». Inicialmente la palabra no tiene connotación ninguna peyorativa de acción mala / indigna, mal ejemplo. Es simplemente algo con lo que topamos al caminar, sea en sentido físico o moral. Sin embargo, el uso ha impuesto a la palabra «escándalo» un sentido más bien peyorativo: «escándalo» es toda palabra, obra e incluso persona que nos hace tropezar, caer, hacernos algún daño. En este escrito no se hacen preguntas «escandalosas» para que el lector tropiecen en ellas, caiga y se haga daño, ¡Nada de eso! ¡Honi soi qui mal y pense! Las proponemos para que el lector tropiece, eso sí, pero para que, al tropezar con las preguntas, el lector/ caminante vuelva la mirada sobre el camino que lleva, vea los motivos de su tropiezo, busque la posibilidad y hasta exigencia de seguir otra senda más segura. Así el tropiezo/ escándalo se convertirá en estímulo para seguir caminando con más seguridad y lucidez mental. Un especie de «feliz culpa». He visto en una revista bíblica popular una serie de artículos bajo el título: «Palabras «escandalosas» de Jesús». Y entre ellas la frase altamente escandalosa: «Es necesario que vengan escándalos». Si el rabí Jesús de Nazaret pronunció no pocas palabras «escandalosas», se abre la posibilidad de que un discípulo suyo, teólogo de oficio, abandone de cuando en cuando el lenguaje académico, rutinario, el discurso empedrado de «cantos rodados» y aproveche el ejemplo del Maestro para decir algunas palabras «escandalosas», en beneficio de los lectores más activos, más comprometidos con el texto que leen y con el problema que se trata.
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