NG200403014

morir para nacer; como ocurre con el grano de trigo ... (Jn 12,24). En resumen: la inmortalidad es una teoría griega; la resurrección es la doctrina cristiana. 5. LA MUERTE COMO SUSTITUCIÓN La muerte es separación. Pero, en ella, esta palabra debe ser entendida como sustitución , que es un atenuante de la realidad humana más cruel, por otra cuya gravedad nos impone mayor res- peto a la hora de pronunciarla. La muerte es la destrucción , la rup- tura de la actual forma de ser anímico-corporal-espiritual del hombre. Cesa nuestra forma actual de ser, que no será recuperada ya nunca. Y cuando hablamos así seguimos creyendo firmemente y tenemos muy en cuenta el pensamiento y la convicción fundamen- tal de la vida cristiana que es la resurrección . La resurrección afec- ta al hombre entero; no se trata de la resurrección del muerto (= «de los muertos» o «de la carne», como dice nuestro credo), no sólo del cuerpo. «La Iglesia entiende que la resurrección se refiere a todo el hombre : para los elegidos, para los creyentes, no es sino la exten- sión de la misma Resurrección de Cristo» 8 . Si la resurrección se refiere a todo el hombre, también la muer- te. La participación en la vida divina gracias a la acción de Cristo (Jn 5,24ss) podía aducirse como argumento en contra de lo que estamos afirmando . Pero esta vida «espiritual» la participamos de una forma muy terrena, precaria, achacosa, sometida a la impotencia y al peca- do. Esta vida de Dios tan deteriorada no puede entrar en el Reino en su plenitud ni ser reparada en un salón de limpieza por muy especializado que esté y por muy eficaces que sean sus detergentes . La fe cristiana tiene la certeza de que la vida futura no es la presente sometida a los arreglos pertinentes. Dios conserva nuestro «yo», determinado por el Espíritu que aparecerá con todo su poder radian- te y creativo cuando desaparezca el envoltorio que lo oculta y des- figura. 670 FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS 8 C. M. E DSMAN , Auferstehung , en RGG , I, col. 690.

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