NG200403014
y ganó la batalla. Ya es hora de que pensemos con la serenidad libre de prejuicios «platónicamente» indiscutibles. Cuando morimos, ¿qué es lo que muere en nosotros? Evidentemente, el cuerpo; ¿y el alma? Ésta es inmortal (¡filosofía platónica!, de nuevo). Cuando morimos, muere el hombre. No el cuerpo o el alma. Es el hombre el que es mortal; no sólo su cuerpo, sino también su alma. Alma y cuerpo, en el hombre, son mortales sin distinción alguna. Cuando uno se muere, se muere del todo. Así nos lo dice la filo- sofía hebrea que, mientras no cambie, seguirá siendo la convicción profunda sobre la cual Jesucristo construyó su misión y, por tanto, la revelación de la inmortalidad en Cristo es la revelación de la resu- rrección . Lo que los griegos denominan inmortalidad, en Jesucristo se llama resurrección. Lo mortal es inmortalizado en la resurrección . Dicen los evangelios que cuando Jesús murió Dios le resucitó de entre los muertos. Sin precisiones ni limitaciones: alma y cuerpo. El mundo bíblico-cristiano no afirma que cuando tú mueras entras en la felicidad, eres ya alma pura para siempre; te liberas de la materia y entras en el mundo de las Ideas; llegas a la felicidad que los dio- ses quieren liberándola de la materia, de la prisión, de la cárcel. Cuando uno muere, muere todo, como el mismo Cristo. Todas las negatividades rechazadas por el hombre se convierten en el desmo- ronamiento total del hombre viejo , que dirá san Pablo; en el último de los «no es» a todo lo indigno de permanecer; en el «no total», apa- rece el «sí total». El hombre muere y, en el momento de su muerte, Dios le recoge y le resucita. Nuestra muerte es nuestra resurrección . Lo mortal se convierte en inmortal-resucitado 7 . Resucitamos el último día . Y ese día coincide con el momento del último encuentro con Dios en nuestra existencia terrena; cuan- do la mano se nos queda en el camino sin llegar a poder cambiar la hoja del calendario que marca el ritmo de nuestros días. Resucitamos en la muerte . Toda otra representación ha sido un matrimonio mal avenido del mensaje cristiano con la filosofía platónica. Afirmemos con absoluta rotundidad que el hombre es un ser mortal , pero lla- mado a la inmortalidad; ésta se crea a base del desmoronamiento del hombre viejo; se realiza plenamente en la resurrección. Hay que REVISIÓN BÍBLICO-FILOSÓFICA DE LOS NOVÍSIMOS 669 7 P. B ENOIT , «¿Resurrección al final de los tiempos o inmediatamente después de la muerte?», en Concilium 60 (1970) 99-111.
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