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consideradas como valiosas contribuciones a la ética de nuestro tiempo. De modo, que es posible que estas apreciaciones que podrí- an suscitar el interés de cualquier estudioso, tendrían particular inci- dencia en el conocedor de su teoría científica, puesto que la contribución ética ofrece una visión completa del autor. 3. GÉNESIS DE SU COMPROMISO MORAL Partimos de la base de que las aportaciones de Popper en el ámbito de la ética tuvieron un marco de referencia peculiar. Surgieron de su interpelación al mundo que le rodeaba y en él halla- ba sus respuestas. Todo esto, fundamentado en la vasta cultura que poseía, como revelan sus numerosos trabajos por los que desfilan algunos de los mejores pasajes de la literatura clásica y las tesis del pensamiento y de la ciencia de todas las épocas, le han convertido en uno de los pensadores más influyentes del siglo XX. De manera sucinta, hay que decir que a finales de los años 20 Popper se declaraba un kantiano no ortodoxo y un realista. Estudiaba por el estudio mismo; no por hacerse con una titulación. Y el sentido de su responsabilidad social surgía en las discusiones políticas mantenidas con otros estudiantes. Sus padres eran pacifis- tas convencidos. Y el inquieto y joven Popper reflexionaba sobre la paz y la democracia. En una suerte de emulación peripatética, una tarde, a los catorce o quince años, mientras paseaba en soledad por una plaza de Viena, vislumbró que una democracia nunca podría ser realmente estable, ya que, en el instante en que eso sucede se toma como algo natural. Los ciudadanos no se preocupan de conservarla y cuidarla, con lo cual peligra la libertad, y la irresponsabilidad hace mella en las personas que no imaginan lo que puede representar su pérdida: quizá terrorismo y tal vez la guerra. Esta fue, en esencia, la lúcida y precoz idea de Popper. A pesar de ello, se afilió al Partido Comunista porque albergaba la esperanza de que los comunistas pudieran restaurar la paz, aunque fue por poco tiempo, ya que su compromiso no superó los tres meses. En esta época su salud se había resquebrajado y con ella se abrieron surcos difíciles de cerrar en la visión, ya herida, que tenía del mundo. Padeció el hastío en una escuela cuyos profesores no lograban despertar el interés de sus 624 ISABEL ORELLANA
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