NG200403012
to y destinatario al ser humano que existe, que vive y convive con los demás , una vez conocida su postura, reclama nuevas precisiones y suscita una serie de preguntas. A través de lo expuesto, no hay duda del referente que tomó Popper al plantearse la convivencia social, el reconocimiento recí- proco del valor que tienen las personas y el llamamiento perma- nente al respeto mutuo. Pero si hubiese que hablar de una base ética común en sus apreciaciones habría que examinarlas en el contexto que situó él mismo, ya que en la valoración que hizo de la persona humana entra la defensa de muchos derechos irrenunciables: la libertad, la justicia, la paz, la seguridad, la igualdad, la no discrimi- nación, etc., recogidos expresamente en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (promulgada el 19-12-1948), y así aparecen recogidas en sus escritos constantemente. Sin embargo, en las decla- raciones realizadas al periodista del diario Spiegel desaparece el derecho a la vida, que es el fundamental, y está canonizado en el artículo 3 de la mencionada Declaración. Y aquí percibimos un con- trasentido, ya que Popper rechazó categóricamente acciones que dañan la vida orgánica, como las agresiones y las torturas, entre otras; y esta misma consideración le merecieron determinadas accio- nes que la destruyen , como la guerra y la pena de muerte, por ejem- plo, pero de ellas excluyó el aborto. Es más, el énfasis que se detecta en sus escritos al acusar la injusticia y la inmoralidad que conlleva cualquier lesión que se inflija al ser humano nacido es manifiesta, pero no sucede lo mismo con el derecho a la vida del «no nacido», a quien no concedió ese status de inviolabilidad, llegando al extre- mo de justificar su «eliminación» si iba a nacer en un hogar en el que eventualmente no era querido, para evitar su maltrato en el futuro, con lo cual descartó algo tan inmediato como es el valor de la peda- gogía en la recuperación de una personalidad agresiva, recuperación en la que, si nos atenemos a sus observaciones, a priori , al menos, no creyó. Dicho esto de paso, sin entrar aquí en otras críticas perti- nentes que he realizado en otro lugar al respecto de este importan- te asunto. De modo que, para finalizar, con estas importantes reservas señaladas también hay que reconocer que Popper tuvo la valentía de abordar muchos de los problemas que hoy nos preocupan. Problemas audaces, a veces sencillos, prácticos, penetrantes, apor- 640 ISABEL ORELLANA
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