NG200403010

un valor plástico excepcional y de un acierto poético nada común en la selección de los sustituyentes. Transmiten una sensación pla- centera de equilibrio perfecto en ese suave balanceo entre positivos y negativos en paridad numérica. Como es natural, el valor ideoló- gico es muy superior, por su audacia imaginativa sorprendente, desenvuelta en un ambiente de serenidad idílica. El alma ha reac- cionado positivamente. Sabe que La perfección es una conquista; para ello hay que poner manos a la obra. El alma entonces deter- mina ponerse en camino, en dirección a esa conquista. Sabe que el camino no va ser nada llano ni sembrado de rosas. Será arduo, difí- cil por eso :»iré por esos montes y riberas» . La metáfora nos la descu- bre el santo. Los montes, ¿quién lo diría?, son las virtudes; «porque las virtudes son por un lado cosa alta y por otro requieren esfuerzo y fatiga para conseguirlas» 15 . Con esta interpretación aclara también la metáfora «montes». Si en su lugar hubiera escrito prados , cosa más bucólica y más conforme al ambiente pastoril, en que el alma se venía moviendo, la metáfora, dada la interpretación sanjuanista, hubiera fallado en verosimilitud, en cambio con montes la verosimi- litud es perfecta y la metáfora más propia. Otra sorpresa nos da el autor con «riberas», pues el andar por ellas, no suele ser fatigoso, sino más bien agradable. Sin embargo, san Juan hace que ese bello vocablo sustituya sorprendentemente a las penitencias y mortificaciones, cosas que a nosotros no nos pare- cen nada fáciles y llanas. El poeta, en cambio, encuentra la verisi- militud —imprescindible en la metáfora— en que para practicar esas penalidades tenemos que bajar a las llanuras de la humildad, pues sin este virtud sería imposible su práctica. Esto nos confirma que los poetas valen para lo que los demás y para algo que no valen los demás. El poeta del Cántico demuestra que vale y bien para pensar, y para imaginar no menos bien, cosa para la que no todos valen. «Ni cogeré las flores» . Sorprendente aquí una vez más nuestro excelso poeta. A nosotros nos parecería la cosa más natural y bella que, al ir en busca del Amado, le llevase un ramo de vistosas flores. La esposa del Cantar de Cantares habla de «nuestro lecho florido» , ¿por qué no llevar flores al Amado? Sin embargo, nuestro poeta no ELEMENTOS FIGURATIVO-LITERARIOS EN EL CÁNTICO ESPIRITUAL… 601 15 Ib., 927-929.

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