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ve cómo lo que caracteriza al hombre es su ser excéntrico, lo cual viene a indicar que al yo, en cuanto es lo más peculiar de hombre, le es propio un modo de ser evasor que no encuentra punto de apoyo en ningún lugar y en ningún tiempo. Es excéntrico 11 . En una especie de mediación hermenéutica entre estas dos maneras de entender la Fenomenología, el nuevo horizonte al que queremos aludir, en conexión con la problemática sobre la relación alma, cuerpo y espíritu en el hombre, trataría de implicar lo siguien- te: La realidad misma de la vida o de la existencia humana deman- da de por sí un planteamiento ontológico previo a un planteamiento lógico, lo cual no quiere decir que éste no pueda ser llevado a cabo con posterioridad y sea legítimo en ese sentido. En dicho planteamiento ontológico, en lugar de partir de una consideración objetiva del cuerpo y el alma (con inclusión, si es posible, del espíritu) para poder llegar luego al hombre mediante la unión lógica de dos o tres esferas distintas, el planteamiento es inverso. De acuerdo con la propia experiencia de la vida, está el hecho irrecusable de la existencia de un yo que podemos calificar como espíritu, aunque sin pretender en modo alguno dar aquí a entender con éste algo así como un último estamento sobreañadido o super- puesto al cuerpo físico y al alma, tomada ésta, a su vez, como algo psíquico. Mas bien, el espíritu incide verticalmente como una totali- dad sobre el alma y sobre el cuerpo incluyendo a ambos. Y, por su parte, el cuerpo, que deja de ser entendido en sentido físico u obje- tivo (en terminología de la fenomenología alemana, Körper) y pasa a ser tomado como cuerpo vivo (en este caso, Leib) , hace siempre referencia al alma, la cual, a su vez, tampoco es entendida en un sentido meramente psicológico, sino que remite siempre al espíritu. En esta nueva perspectiva fenomenológica de la problemática antropológica sobre la relación cuerpo, alma y espíritu, la realidad de la vida o de la existencia humana es dada como totalidad espiri- tual. 582 JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ MOLINERO 11 Véase al respecto mi trabajo Excentricidad humana y religión, en La Ciudad de Dios 214 (2001) 137 y ss.

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