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y, por otro, el Aristóteles discípulo de Platón, de cuya doctrina había sido aquél fiel seguidor en un principio, si bien luego se apartó de éste. Por otra parte, posiblemente pudiera ser discutido el hecho de si la atribución de caracteres, como el de ser algo «divino», al enten- dimiento agente no refleja, en último término, ante la ardua tarea de encontrar una solución al problema del conocimiento como tal, una reminiscencia de lo que en otro tiempo fue la influencia platónica sobre el carácter divino de las Ideas, que nunca se habría extingui- do del todo en Aristóteles. Por último, señalemos que el entendimiento agente, entendido como nou ~ " , pasa a ser traducido por espíritu en la filosofía moder- na. Sin poder intentar por límites espaciales, como ya indicamos al principio, seguir con detención el devenir concreto de la problemá- tica alma, cuerpo y espíritu ni tampoco, por ejemplo, la versión de la misma procedente de lo que todavía hace unas décadas aparece en la filosofía a nglosajona 10 , y que es formulada en los términos de relación mente y cerebro, destaquemos siquiera, dada la influencia del mismo, este aspecto fundamental que especifica o distingue el dualismo cartesiano de lo que fue el dualismo platónico. El dualismo extremo de las dos sustancias (pensante y extensa) de Descartes, situándolas además al mismo nivel, es de carácter metafísico, mientras que el dualismo platónico, por su parte, según lo que hemos dejado expuesto, fue mas bien de carácter ético-reli- gioso. FENOMENOLOGÍA DEL SER HUMANO COMO TOTALIDAD ESPIRITUAL En lo que llevamos expuesto, es observable el predominio de una concepción lógica sobre la relación alma, cuerpo y espíritu. Por tanto, se ha tratado en definitiva de cómo por referencia a, o desde, un sujeto ha sido abordada dicha problemática humana. Mas, a tra- 580 JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ MOLINERO 10 Recuérdese, por ejemplo, Karl P OPPER -J OHN C. E CCLES , The Self and its Brain (1977). Trad. esp.: El yo y su cerebro (Barcelona 1993).

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