NG200403009

poco el concerniente a la problemática alma y cuerpo como dos dimensiones distintas y contrapuestas. Todavía más. Al igual que (por comparación con lo que fue el periodo clásico de la filosofía griega), hicimos al hacer mención del periodo arcaico calificando a éste de pre-filosófico, este mismo cali- ficativo se podría utilizar ahora al referirnos al Antiguo Testamento. También en el Antiguo Testamento se habla, pues, del hombre en sentido pre-filosófico. Sin tratar, por consiguiente, de plantearse el problema filosófico del dualismo de alma y cuerpo, tal y como ocu- rre en el periodo clásico de la filosofía griega (según tendremos oca- sión de poner mas adelante de manifiesto), dado que los términos utilizados pueden implicar, indiferentemente, aspectos de uno u otro ámbito. En segundo lugar, en el Nuevo Testamento, es imprescindible consignar la problemática sobre el dualismo antropológico al menos por alusión a las Cartas de San Pablo. Extraigamos, entonces, siquie- ra algunos aspectos de éstas. De nuevo encontramos aquí el término sw ~ ma , traducible por cuerpo, aunque con él también quiere darse a entender, en ocasio- nes, el hombre entero. En cambio, cuando se hace mención a los miembros del cuerpo, el vocablo empleado es mevlh . Un tercer vocablo utilizado por el conocido como «apóstol de los gentiles» es savrx , vertido por carne . Sin embargo, aunque esta palabra guarde relación con el cuer- po; y, sobre todo, aunque San Pablo relacione carne con pecado y contraponga la carne con el espíritu 7 , es preciso subrayar no obs- tante, una vez más, que tampoco en San Pablo existe interés alguno por hablar del hombre en los términos propios de un dualismo antropológico. Por proyectar, o volver, su atención hacia lo expre- sado en el Antiguo Testamento, en San Pablo no hay ecos de plato- nismo. Por consiguiente, mas que una pretensión por hablar de la CONCEPCIÓN OBJETIVA Y FENOMENOLOGÍA … 573 7 Textualmente se dice en la Carta a los Gálatas: «Os digo, pues: Andad en espíritu y no deis satisfacción a la concupiscencia de la carne. Porque la carne tiene tendencias contrarias a las del espíritu, y el espíritu tendencias contrarias a las de la carne, pues uno y otro se oponen de manera que hagáis lo que no queréis» ( Gal 5,16-17).

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