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Sabe también el hombre que, en su aspiración a la felicidad o a sentirse al menos relativamente seguro en medio de tantos peli- gros no deseados, lo que le puede salvar es sólo algo que se le da de modo gratuito: en el plano simplemente humano, la amistad y el amor; y en un orden absoluto, libre de angustias y zozobras, la con- fianza en que alguien ha acogido su vida de antemano como un don precioso. Traduciendo a este lenguaje las famosas palabras de Antígona a Creonte cabría decir: ningún mortal puede dar razón de esa forma de vida, no escrita, que no es de hoy ni de ayer y que nadie sabe de dónde surgió 32 . La religión brota en ese ámbito de tenso equilibrio entre aquello que de forma opaca envuelve nuestra vida y de cuyas consecuencias nos sentimos enigmáticamente res- ponsables y, por otra parte, aquella otra dimensión en la que se pre- siente la presencia de una gratuidad que acoge y redime y que es punto de referencia esencial de lo que llamamos religiosidad. Como ya se ha indicado más arriba, la globalización no desconoce ni puede desconocer el hecho de la religión, pero o bien la interpreta como algo derivado, que la comunidad necesita, sin tomarla en serio en lo que es en sí misma 33 , o bien la ve como contrapeso de signo político al estado nación 34 . III. RELIGIÓN NATURAL Y GLOBALIZACIÓN, O AFIRMACIÓN DE LAS RELIGIONES POSITIVAS El sentimiento religioso ha sido concreto siempre. Quiere esto decir que se ha particularizado en esta o aquella religión, en formas de concebir, vivir y articular las creencias, en prácticas rituales y en modos de dar expresión pública a la necesidad del culto, en el reco- nocimiento de la tradición o tradiciones de que la religión se ali- menta, eventualmente en la referencia al libro o a los libros en que 534 MARIANO ÁLVAREZ GÓMEZ (Barcelona 1997) parece ir sumando adeptos, algunos de ellos sin la menor actitud crítica, como ya es habitual entre nosotros. 32 S ÓFOCLES , Antígona , vv. 454-456. 33 F. F UKUYAMA , O.c. ,(cf. nota 23), 345. 34 Cf. M. C ASTELLS , O.c. , (cf. nota 23), 37. En esta misma línea, E. H OBSBAUM , Op. cit. , (cf. nota 13), 55 y ss., 77.
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