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las formas de vida que funcionan en el mercado, por ejemplo, con la difusión planetaria de los restaurantes McDonald. Eso podría, sin embargo, quedar en anécdota curiosa o ser interpretado de forma más o menos aceptable. Lo que impresiona es ver cómo la globalización se va convirtiendo en un sistema que lo abarca todo y da respuesta a una serie indefinida de preguntas que van surgiendo y cómo se acallan aquellas otras preguntas que desde los comienzos hasta la actualidad han estado vigentes en el queha- cer del hombre y que están en la base de la inquietud religiosa. Me limito aquí a recordar algo de lo que es comúnmente sabi- do: la forma en que la vida del hombre discurre entre dos aconteci- mientos, nacimiento y muerte, de los que no puede disponer en modo alguno y que en ese aspecto representan para él un destino; el hecho de que esos dos acontecimientos determinan esencialmen- te tanto las posibilidades con que el hombre cuenta como sus expec- tativas, pues percibe que lo que está siendo y de lo que se siente responsable tiene que ver paradójicamente con algo que a él no se le puede imputar; se sabe por otra parte hermanado al menos con quienes le han precedido de forma más o menos próxima y conoce que la vida en la que está inserto no es un tranquilo fluir, sino un proceloso mar salpicado de enfrentamientos, crímenes, guerras y catástrofes, las que advienen por la fuerza incontenible de los ele- mentos y las que él mismo provoca. También esto es un enigma, puesto que sabe que le conviene hacer el bien y, aunque tienda hacia él, se ve impulsado a lo contrario. Tiene además la experien- cia de que, dentro de su enorme precariedad, la vida es muy peno- sa y comporta privaciones, decepciones y sufrimientos sumamente dolorosos, en lo físico sin duda, pero sobre todo en lo psíquico y en lo moral, una zona de la que están exentos los demás seres vivos 31 . EL FIN DEL EUROCENTRISMO RELIGIOSO… 533 31 Tradicionalmente se ha venido afirmando la diferencia esencial entre el hombre y el animal. M. Heidegger extrema incluso esa diferencia al insistir en que hombre y animal no tienen nada que ver entre sí, y en que por ejemplo el cuerpo ( Leib ) del hombre y el organismo animal son ajenos por completo el uno al otro. V. Über den Humanismos (Frankfurt 1947) 12 y ss.. Recientemente, al hilo de la exi- gencia de un trato digno a los animales —aspecto éste que no se puede acentuar lo suficiente, especialmente en España— se están desdibujando de algún modo las fronteras entre el hombre y el animal, lo cual no parece que vaya a traer consigo consecuencias saludables. El hecho es que P. S INGER , Repensar la vida y la muerte
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