NG200403006
En cuanto al individuo, el eje fundamental de su reflexión está en señalar, por un lado, la aparición del individuo y, por otro, la mutua relación entre sociedad e individuo. El individuo habría nacido en la ciudad griega. Con anterioridad «el ser individuo comenzó por ser un privilegio que hundía sus raí- ces en lo sagrado» 163 . Tal es el caso del pueblo hebreo, las monar- quías absolutas orientales y la egipcia 164 . Sólo en la polis griega surgió la clase como lugar propio del individuo, ya que «la clase es algo propiamente social, específica- mente social, a diferencia del grupo nacido de la comunidad de la sangre, de un ancestro común» 165 . Es entonces cuando «encontramos una especie de espacio homogéneo, de igualdad, establecida por una Ley que va más allá de la comunidad de origen. Es una especie de espacio abstracto, racional, donde la dimensión del hombre llamada humanidad, es decir, su esencia, es lo que cuenta. Al aparecer el individuo aparece el hombre como «valor» y también como ser. Está ya en principio la idea de que ser hombre valga más que tener un especial origen, o estar revestido de un poder. El hombre se ha revelado como sujeto de la historia; como unidad constitutiva de la sociedad; como «medi- da» 166 . Con anterioridad a la polis, «el hombre aparecía bajo una con- dición, determinada particular; la de una clase, la de la función, la de ser alguien extraordinario; sobre o bajo el nivel de lo humano» 167 . 512 MANUEL GONZÁLEZ GARCÍA 163 PD 103. 164 Escribe a este propósito María Zambrano que «anteriormente existía la tribu, la fratría, el reino, las monarquías absolutas orientales y la egipcia, en las cua- les, el único hombre destacado, diverso de los demás, con rango verdadero de indi- viduo, era el jefe, el rey o faraón o algún otro personaje legendario. El ser individuo comenzó, pues, por ser un privilegio que hundía sus raíces en lo sagrado. Se era uno por privilegio divino, por ser hijo, encarnación de un Dios y, por tanto, ser apar- te. En el pueblo hebreo, esto sucedía por especial predilección de Jehová, pues ya el pueblo hebreo comenzaba por ser el pueblo elegido» (PD 103). Cf. también 104 y 109. 165 PD 105. Cf. José D EMETRIO J IMÉNEZ , op. cit. , 135-137. 166 PD 107. 167 PD 112.
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