NG200403006

sea «el hombre mismo, sin máscaras y con una carga apropiada a sus fuerzas» 136 . c) El endiosamiento será corregido cuando se ejerza el poder legítimamente, lo que se alcanza con el desprendimiento de sí mismo. «El que logra llegar al poder —en cualquier aspecto históri- co— tiene que desprenderse de él al mismo tiempo que lo ejerce. En la medida en que lo logre tendrá sustancia moral su acción. Y en esta misma medida, igualmente, se encontrará en situación de no cometer el «error fatal», ese que ha perseguido, que persigue todavía todo el que ejerce el poder apasionadamente, como expresión de su ser entero, al que ha soñado así mismo con el poder» 137 . d) La enajenación desaparecerá cuando la persona sea «moral, verdaderamente humana, cuando porta dentro de sí la conciencia, el pensamiento, un cierto conocimiento de sí mismo y un cierto orden, cuando se sitúa previamente a todo trato y a toda acción, en un orden; cuando recoge lo más íntimo del sentir, la esperanza» 138 . Lo normal en la historia es padecer la enajenación, pero de tal manera «que la persona va ganando al personaje» 139 , para lograr ser «sí mismo» a fin de ser «algo mejor, para ofrecerse por entero a una empresa y entregarse a la búsqueda o a la conquista de algo que ha de ser para todos» 140 . Con estas correcciones se habrá logrado que «la historia trans- curra de tal manera que el hombre no pueda proyectar sobre ella ni siquiera la sombra de lo absoluto, que reside en su persona; cuan- do se haya adentrado en la conciencia» 141 . Entonces la persona humana será verdadera persona moral en su relación con la sociedad. LA HISTORIA EN MARÍA ZAMBRANO 507 136 Ib., Para la esperanza como medio de dar sentido a la historia, cf. María Z AMBRANO , Los bienaventurados (Madrid 1990) 103-107. 137 PD 69. 138 PD 79. 139 Ib. 140 PD 80. 141 PD 81. Las vicisitudes de la humanización, pero aplicadas a la historia del arte, pueden verse en María Z AMBRANO , Algunos lugares de la pintura (Madrid 1989) 29-41.

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