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así el hombre mismo «necesita convertir el ídolo en víctima y sentir- se víctima encumbrada a la condición de ídolo» 102 . De este modo, la persona humana es víctima y contradice la finalidad de la historia: revelar la persona humana 103 . Por eso precisamente, la tragedia de la historia se entraña en el mismo ser del hombre, en su nacer a plena luz. Pues el hombre no sólo tiene la condición humana, sino que la quiere, la busca y se la propone como meta y finalidad que hay que alcanzar, viviendo su ser como ídolo y víctima 104 . Es lo que María Zambrano llama en otro lugar simplemente el «conflicto del hombre» 105 . Nuestra pensadora ha encontrado este conflicto simbolizado de manera especial en dos tradiciones: la del AT y la tradición griega, tal como ya hemos presentado en otro lugar de este trabajo en las personas de Job, Prometeo, Edipo. El remedio de las dimensiones trágicas de la historia se encuen- tra también en las dos tradiciones apuntadas: 1) La de la filosofía griega se encierra en la acuñación de la idea de la naturaleza, con lo que el hombre abandona dos lugares de inseguridad: a) La de estar sometido a la imprevisible voluntad de los dioses b) La de vivir en un mundo de cosas naturales en cambio ince- sante. «Que el hombre tuviese una naturaleza, pues, era tanto como que al fin se había descubierto a sí mismo en tanto que ser, como orden, como ley y armonía. Naturaleza, la humana, racional en modo inmediato. Si en la naturaleza la razón lo gobernaba todo, mas en modo escondido que había de ir descubriendo, en el hombre, en cambio, no había que descubrirla; se encontraba con ella inmedia- tamente» 106 . 500 MANUEL GONZÁLEZ GARCÍA 102 PD 43. 103 PD 45. 104 PD 57. Cf. Manuel G ONZÁLEZ G ARCÍA , O.c. , 468-469. 105 PD 55. Cf. María Z AMBRANO , España, sueño y verdad (Barcelona 1965) 21- 24. 106 PD 58. Cf. María Z AMBRANO , Algunos lugares de la pintura (Madrid 1989) 26-29.

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