NG200403006

revolución francesa «donde con claridad perfecta, de representación teatral, aparece esta mecánica» 99 del ídolo y la víctima. En una misma ciudad se confundían el esplendor (las carrozas de la nobleza fran- cesa) y la miseria (callejones enfangados). Los hundidos en la mise- ria se sintieron fascinados por el Rey Sol y lo adoraron. Pero, cuando llegó la revolución «el ídolo pasó a ser víctima. Y se le hace morir como ídolo, a la vista de todos» 100 . Luego recuerda a Napoleón para resaltar la historia trágica que es movida por personajes históricos, enmascarados, que esconden el crimen bajo su máscara, llevando la desolación a su paso. Él es un ejemplo grandioso, claro, que está vigente en otros personajes his- tóricos que se ven obligados a llevar una máscara. Y cualquier per- sonaje enmascarado desata un delirio de persecución. Y en cuanto personaje enmascarado, toma la condición de ídolo. Y se justifican los crímenes: «El hombre que no mata en su vida privada, es capaz de hacerlo por razón de Estado, por una guerra, por una revolución, sin sentirse ni creerse criminal… Una especie de «Ybris» posee a quienes intervienen en ella, sintiéndose elegidos, elevados por ello a un rango superior al humano, desde el cual no han de dar cuen- tas a nadie o en último término sólo a Dios, en una especial única intimidad» 101 . C) Finalmente, la dimensión trágica de la historia aparece en la misma condición humana que ha de ser conquistada, habiéndose hecho, al mismo tiempo, lo posible para no vivir humanamente. Y LA HISTORIA EN MARÍA ZAMBRANO 499 del palacio del Dogo; a la celda del condenado llegaba el esplendor de las luces y aun el rumor de las voces y risas; la misma prisión es palacio, sólo que su interior es mazmorra» (PD 42). 99 PD 43. 100 PD 42. A propósito del sacrifico del ídolo dice lo siguiente: «El ídolo sacri- ficado, hecho víctima, restablece por un momento la igualdad. El nivel se iguala y la víctima participa del ídolo al verle rebajado hasta su condición, del modo que con- sidera más cruel porque es repentino. Muere en un instante mientras ella muere día a día. Y el ídolo conoce un momento de paz suprema al verse sacrificado; participa también de la condición de la víctima, siente haber pagado la idolatría sobre la que vivió encumbrado, se siente restituido a la condición humana» (PD 43). 101 PD 44.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz