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2.—La perplejidad, que es lo mismo que «hacerse cuestión, dudar» de si el pasado puede remediarse en el porvenir. Si todo se encierra en la fatalidad de un destino incambiable, no hay lugar para la perplejidad, para la conversión de los conflictos en problemas 83 . 3.— La vivencia de la historia universal en sentido horizontal: «el que sintamos ligados entre sí como partes de un mismo drama los sucesos ocurridos en los lugares más alejados del país en que vivimos» 84 . Ello nos hace escapar del destino para entrar en la comu- nidad y en la convivencia 85 . 4.— La relación con el tiempo. Esta dimensión está unida con la convivencia. María Zambrano alude a distintas formas de convi- vencia (familiar, amistad, amor, soledad), pero destaca en particular la convivencia social, donde se daría el verdadero tiempo histórico, «pues sentimos la historia a través de ese tiempo de convivencia con nuestra sociedad, con aquella dentro de la cual estamos y nos move- mos; aquella cuyos cambios deciden nuestra vida» 86 . En cuanto al tiempo resalta, como ya hemos indicado, el valor del futuro, que es donde reside la posibilidad de la historia. Del pasado estamos viniendo y no desaparece. Por eso tenemos ser. Pero el futuro no es un mero llegar algo, sino que lo hace de forma inevitable y, por ello, ya está actuando 87 . Además el futuro es el tiempo de la libertad, porque «si el tiempo que se abre ante nosotros 496 MANUEL GONZÁLEZ GARCÍA 83 PD 14-15. 84 PD 15. 85 «Convivir quiere decir sentir y saber que nuestra vida, aun en su trayecto- ria personal, está abierta a la de los demás, no importa sean nuestros próximos o no; quiere decir saber vivir en un medio donde cada acontecer tiene su repercusión, no por inteligible menos cierta; quiere decir saber que la vida es ella también en todos sus estratos un sistema. Que formamos parte de un sistema llamado género huma- no, por lo pronto» (PD 16-17). 86 PD 19. 87 «El futuro se nos presenta primariamente, como «lo que está al llegar». Si del pasado nos sentimos venir, más exactamente, «estar viniendo», el futuro lo senti- mos llegar, sobrevenirnos, en forma inevitable. Aunque no estemos jamás ciertos de conocer el día de mañana lo sentimos avanzar sobre nosotros. Y sólo en la certeza o en el temor de la muerte, dejaremos de sentirlo así. Mas entonces sentimos la muerte llegar ocupando todo este hueco del futuro. No nos sentimos pues nunca ante el vacío del tiempo» (PD 18).
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