NG200403005
la vida, lugar de los sentimientos. El que salió de la caverna y vió la luz, tal como narra Platón, ha de volver a ella, a las entrañas de la oscuridad para dar aquí, cuenta de la luz vista. La historia más plena es la historia de la vida íntima, la que discurre por las entrañas del sentir. Porque los sentimientos constituyen la vida toda del alma, pues el sentir no lo tenemos sino que lo somos, y forma parte de nuestra verdad más viva: “el signo supremo de veracidad, de verdad viva ha sido siempre el sentir; la fuente última de legitimidad de cuanto el hombre dice, hace o piensa” (LCS, 123). Esta historia de las entrañas es la verdadera historia, aunque, indudablemente será también la más difícil ya que los sentires son muchos, huidizos, por lo que no se dejan captar en una definición. Lo propio de los sentimientos no es ser analizados, sino expresados, por ello pueden tener historia, al contrario que acontece con los objetos ideales. Porque en verdad, el pensamiento se da en el ámbito del sen- tir; lo que se desvela es un pensamiento que conlleva un sentir. Si bien se mira en cada movimiento del pensamiento que llamamos filosófico, lo que se descubre al fin, es un sentir, que en el raciona- lismo por parecer el momento más extremo, sería un sentir la razón como único acceso a la realidad. Porque el límite de la razón en la época racionalista no sería la propia razón como pensara Kant, sino que tal razón se sale del texto kantiano mismo para colocarse en la persona de Kant que supuestamente está mostrando su fe en la razón. De tal manera que al final es el hombre Kant quien filosofa, como acertadamente dice Miguel de Unamuno en las primeras pági- nas Del sentimiento trágico de la vida . Si bien, no se pueden definir, si se puede hacer su historia, dado que los sentimientos no discurren de forma lineal, aniquilando los siguientes a los anteriores, sino que todos ellos permanecen, per- viven en el tiempo, aunque tal vez eclipsados, pero no destruidos. Mientras que pensar de modo racionalista es creer que sólo pen- sando, podemos entendernos definitivamente con la realidad. Por eso el hombre cartesiano y posthegeliano, creyentes en la razón como único medio de relacionarse con la realidad, se ven en la vida 468 LUIS ANDRÉS MARCOS
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