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que le roba a lo divino se lo arroga el hombre. En la Edad Media en cambio sí se sabía tratar con lo diferente y con Dios mismo, sin por ello reducirlo a lo humano. Esto hace que Zambrano diferencie la piedad de la filantropía y la compasión, esa delicadeza que se guarda a otros hombres, a ani- males y plantas. En la piedad hay algo más y que es lo que hace que nos comuniquemos con ellos y que nos situemos de modo adecua- do entre los diferentes seres. «Piedad es saber tratar con lo diferen- te, con lo que es radicalmente otro que nosotros» (LCS, 127). Este trato, que es la piedad, es cosa del sentimiento, «senti- miento de la heterogeneidad del ser», anhelo de encontrar los modos de entenderse con cada una de esas maneras múltiples de realidad (LCS, 128). La piedad, pues, se sabe manejar en el trato con estas realidades que son y no son, que son «semiseres». Estos semiseres, el tiempo y la muerte, no son reducibles a razón, y no obstante ocu- rren en la vida. Es lo que está en la vida pero no está en la con- ciencia; es lo que no se sabe, «lo otro». Pero la vida humana que es «apetencia inextinguible de unidad, está rodeada de alteridad, lin- dando con “lo otro”» (HD, 198) 4 . Y para realizarse en plenitud, para cobrar sentido de sí, ha de buscar tal unidad. De tal manera que transformar el mundo es modificar la inserción del hombre en el uni- verso, nuestra situación con referencia «a todas las especies de la realidad, de lo que es y de lo que no es» (HD, 195). Y si la piedad hay que ubicarla en el ámbito de los sentimien- tos, dado que estamos aún sumergidos en la época racionalista, vano sería el intento de buscar también los sentimientos en tal filosofía, pues: “el saber sobre los sentimientos ha ido decreciendo hasta acabar refugiándose en lugares cada vez más herméticos” (LCS, 124). Habrá que acudir, entonces, a los lugares herméticos y a otros textos. Por eso la historia, si ha de ser plena y total, realmente huma- na, no debe contentarse solo con tomar hechos, y olvidar las som- bras de la vida cotidiana, sino que debe descender hasta entrañas de CONOCIMIENTO COMO PIEDAD 467 4 Para ampliar esta idea de «lo otro» como lo extraño y relacionado con la piedad, Cf. D. I NNERARITY , Ética de la hospitalidad (Barcelona 2001) 127-144.

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